La contaminación atmosférica causada por el tráfico incrementa el riesgo de resistencia a la insulina y, por ende, de desarrollar diabetes en la población infantil. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Helmholtz Zentrum München en Neuherberg (Alemania) y publicado en la revista Diabetologia.
Numerosas investigaciones han constatado la relación existente entre la contaminación del tráfico y distintas enfermedades cardiovasculares –entre otras, la aterosclerosis y las cardiopatías–. No así en el caso de la diabetes, muy especialmente en la población pediátrica.
Como explica el doctor Joachim Heinrich, investigador principal del estudio, «el estrés oxidativo causado por la exposición a contaminantes del aire puede jugar un papel en el desarrollo de la resistencia a la insulina y si bien la toxicidad difiere entre los contaminantes del aire, todos son considerados potentes oxidantes que actúan directamente sobre los lípidos y las proteínas o, de manera indirecta, a través de la activación de las vías oxidantes intracelulares».A ello se añade que «algunos estudios ya han demostrado que los aumentos de la exposición a corto y largo plazo a partículas y dióxido de nitrógeno (NO2) conlleva a elevados biomarcadores inflamatorios, otro mecanismo potencial para la resistencia a la insulina«, destaca el doctor Heinrich.
Contaminación y diabetes
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron la relación entre las emisiones del tráfico rodado y la resistencia a la insulina a partir de las muestras de sangre en ayunas de 397 niños de 10 años.
Los resultados mostraron que, con independencia del nivel socioeconómico de la familia del niño, el índice de masa corporal (IMC) y la influencia del tabaquismo pasivo en el hogar, los niveles de resistencia a la insulina fueron mayores en los niños con mayor exposición a la contaminación atmosférica.
Concretamente, la resistencia a la insulina aumentó en un 17% por cada subida de 10,6 g/m3 de NO2 en el ambiente y en un 19% por cada incremento de 6 g/m3 de partículas en suspensión de hasta 10 micras de diámetro.
Además, la proximidad a una carretera principal incrementó la resistencia a la insulina en un 7% por cada 500 metros. Y de la misma manera, el estudio también constató que la contaminación atmosférica se asocia con un menor peso al nacer, lo que se presenta a su vez como un factor de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2.
Como concluyen los autores, «este es el primer estudio prospectivo en el que se ha investigado la relación entre la contaminación del aire por el tráfico de larga duración y la resistencia a la insulina en los niños y los resultados muestran que los niveles de resistencia de insulina tienden a aumentar con la mayor exposición a la contaminación del aire; por tanto, nuestras evidencias secundan la hipótesis de que el desarrollo de la diabetes en los adultos podría tener su origen a principios de la vida, incluyendo la exposición ambiental».
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