La contaminación del tráfico en las ciudades anula los beneficios asociados a la práctica de ejercicio de baja intensidad, caso de caminar durante dos horas, en las personas mayores. Un efecto negativo que, sin embargo, no se produce en caso de que el paseo se lleve a cabo en una zona verde urbana, caso de un parque. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Colegio Imperial de Londres (Reino Unido) y de la Universidad de Duke en Durham (Estados Unidos) y publicado en la revista The Lancet.
Como explica el doctor Junfeng Zhang, co-director del estudio, “nuestros resultados se suman a las cada vez más numerosas evidencias que muestran el impacto negativo sobre la salud cardiovascular y respiratoria asociada a una exposición corta, de tan solo dos horas, a la contaminación del tráfico. Así, nuestro trabajo llama la atención sobre la necesidad de establecer unos límites más estrictos para la calidad del aire y unas mejores medidas para el control del tráfico en nuestras ciudades”.
En los parques, que no en las calles
El estudio realizado a cabo en la ciudad de Londres (Reino Unido). Y para llevarlo a cabo, los autores contaron con la participación de 119 voluntarios mayores de 60 años que, bien se encontraban completamente sanos, bien padecían enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) estable o cardiopatía isquémica –igualmente estable–. Y lo que hicieron fue pedirles que pasearan al mediodía y durante dos horas en una de estas dos localizaciones: Hyde Park, uno de los grandes parques de la capital británica, y Oxford Street, una calle céntrica y comercial en la que la contaminación suele exceder los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la calidad del aire.
Los autores evaluaron distintos parámetros de la salud cardiopulmonar –entre otros, la presión sanguínea, la capacidad pulmonar, el flujo sanguíneo y la rigidez de las arterias– de los paseantes tanto antes como después de la caminata. Y de acuerdo con los resultados, aquellos que habían optado por la calle del centro londinense habían experimentado una reducción de la rigidez de sus arterias de tan solo un 4,6% en caso de que estuvieran sanos; de un 16% en caso de padecer EPOC; y de un 8,6% en caso de tener cardiopatía isquémica. Además, la mejora de su capacidad pulmonar fue mínima y se disipó al cabo de unas pocas horas.
Como refiere el doctor Fan Chung, co-director de la investigación, “combinados con los alcanzados en otros estudios recientes, nuestros hallazgos subrayan que no podemos tolerar los niveles de contaminación que nos encontramos en nuestras calles más concurridas”.
Sin embargo, y en el caso de los participantes que se dedicaron a pasear por Hyde Park, la capacidad pulmonar mejoró ostensiblemente y este beneficio se mantuvo más allá de las 24 horas. Además, la rigidez arterial se redujo en más de un 24% en los voluntarios sanos, y en más de un 19% en aquellos con EPOC o cardiopatía isquémica.
Como concluye el doctor Chung, “para muchas personas, caso de los mayores o de los pacientes con una enfermedad crónica, el único ejercicio que pueden realizar con asiduidad es caminar. Nuestro trabajo sugiere que deberíamos aconsejar a estas personas que paseen en zonas verdes, alejados de las áreas contaminadas por el tráfico y con una elevada densidad de edificios. Sin embargo, esto puede resultar difícil para las personas que vivan en el centro de las ciudades. Debemos reducir la contaminación para que todo el mundo pueda disfrutar de los beneficios de la actividad física en cualquier entorno urbano”.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘The Lancet’?
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