Las personas mayores de 65 años que presentan niveles elevados de angustia psicosocial –término en el que se incluyen entidades tan variadas como la depresión, el estrés o la insatisfacción generalizada– tienen un mayor riesgo de padecer un ictus. Así los muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos) y publicado en la revista Stroke, publicación de la Asociación Americana del Corazón (AHA).
En palabras de la doctora Susan Everson-Rose, directora de la investigación, «la gente debe ser consciente de que las emociones negativas y el estrés suelen aumentar conforme avanza la edad; y de la misma manera, los familiares y cuidadores deben saber que estas emociones tienen un efecto profundo, y muy negativo, sobre la salud».
Concretamente, los resultados mostraron que las personas mayores con mayor angustia psicosocial tenían un riesgo hasta tres veces superior de morir por un accidente cerebrovascular, así como un riesgo un 54% mayor de primera hospitalización por un ictus. La relación, además, fue independiente de la raza o el sexo de los participantes.
Ictus hemorrágico, no isquémico
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron la relación entre angustia psicosocial y accidente cerebrovascular en 4.120 participantes del estudio ‘Chicago Health and Aging Project’. La media de edad de los participantes fue de 77 años, y los investigadores identificaron 151 muertes y 452 primeras hospitalizaciones a consecuencia de un ictus.
Asimismo, los autores midieron la angustia psicosocial a partir de cuatro indicadores –percepción de los síntomas del estrés, insatisfacción en la vida, neurosis y depresión– y, una vez alcanzados los resultados, observaron la existencia de una relación inequívoca entre la angustia psicosocial y el ictus hemorrágico –que no con el ictus isquémico.
En definitiva, concluyen los autores, «es importante prestar atención cuando las personas mayores se quejan de dolor y saber que estos síntomas tienen efectos físicos sobre los resultados de salud; y es que, de una manera clara, afectan al riesgo de accidente cerebrovascular».
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