Según el Instituto Nacional de Estadística, en España en torno a cien menores de 15 años se quedan embarazadas cada año. Esta cifra se triplica en aquellas que ya han cumplido esa edad. Aunque la media es menor que la de los países de nuestro entorno, el estudio Relatos de madres adolescentes en la España actual, realizado en la Universidad de Zaragoza, refleja un claro adelanto en las primeras relaciones sexuales de las españolas. Si en 1996 el inicio de las relaciones se situaba en torno a los 18 años, en la actualidad la primera relación sexual se ha adelantado en casi cinco años respecto a aquella fecha.

Ante esta situación, los expertos insisten en el papel fundamental que la educación sexual temprana juega en la prevención de los embarazos en adolescentes y en el control de las enfermedades de transmisión sexual en ese rango de edad.

La educación sexual temprana y coherente, afirman, es la mejor prevención pues contribuye decisivamente a la hora de eliminar mitos, prejuicios y estereotipos entorno a que deben o no hacer.

Fomentar y favorecer la comunicación entre padres e hijos es muy eficaz para que los pequeños tengan la libertad de preguntar sobre esta temática. Es mejor tener una conversación a tiempo, que tener que hacer frente a consecuencias no deseadas por falta de información.

Datos de la ONG Save the Children confirman que cada año nacen en el mundo 13 millones de niños y niñas de mujeres menores de 20 años: un 90 % (11,7 millones) en los países en vías de desarrollo y un 10 % en los países desarrollados (1,3 millones).

El problema es especialmente grave en al África subsahariana. Como concluye el trabajo realizado por esta ONG, en Níger y el Congo, entre otros países del continente, hay un 40 % de posibilidades de un embarazo adolescente. En Níger, por ejemplo, el 53 % de las embarazadas ya estaban casadas antes de los 18 años. Algo muy similar ocurre en el subcontinente indio, donde el matrimonio temprano en zonas rurales es la principal causa. Por el contrario, el Asia oriental no sufre el mismo problema: Corea del Sur, Singapur o Japón tienen tasas de una a tres embarazados por cada 1.000 mujeres.

Las causas varían entre África, Asia, Latinoamérica y Europa y tienen relación directa con el contexto, la tradición de cada región, y el nivel de vida y la pobreza. Siendo determinantes, en términos globales, las relaciones sexuales sin el uso de métodos anticonceptivos, o un uso erróneo o equivocado de los mismos, el matrimonio adolescente y el rol tradicional que algunas sociedades todavía asignan a las mujeres.

Esta realidad explican por qué Níger, si bien ha ido reduciendo en los últimos veinte años los embarazos de madres adolescentes, todavía mantiene una triste ratio de doscientas madres adolescentes por cada 1.000 mujeres. Son países latinoamericanos los que siguen al país subsahariano: Nicaragua, República Dominicana, Guatemala, Honduras o Venezuela mantienen altas cifras que superan el 10 por ciento de mujeres embarazadas en la adolescencia.

Pero incluso en países como Argentina (55 por cada mil), EE. UU. (33) o Canadá (14) las cifras son demasiado elevadas pese a las políticas educativas concretas que han permitido reducir el número de embarazos adolescentes por lo que no hay que bajar la guardia a la hora de aplicar políticas educativas que fomenten una sexualidad responsable.