Los pacientes con esquizofrenia tienen una esperanza de vida entre 10 y 20 años menor que la población general, si bien su pronóstico depende directamente del tiempo de la evolución del trastorno cuando el paciente no recibe tratamiento. Y es que a pesar de que las primeras manifestaciones de la enfermedad suelen presentarse durante la infancia o la adolescencia, la media de edad al diagnóstico se establece en los 25 años.

Tal y como han  recordado los expertos participantes en el ‘I Foro Internacional Nuevos Abordajes en el Tratamiento de la Esquizofrenia’, celebrado en Madrid en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) con el aval de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y con el apoyo de la compañía farmacéutica Roche, el diagnóstico precoz de la enfermedad juega un papel trascendental.

En palabras del Dr. Celso Arango, director científico del CIBERSAM, «en esta enfermedad, como en el resto de la psiquiatría, es fundamental el diagnóstico precoz y la intervención temprana«. «Además, muchos de los antipsicóticos utilizados en los adultos pueden ser utilizados en los niños y están revelando su eficacia», añade.

Estigma y rechazo social

La esquizofrenia, que en hasta un 60-80% de los casos es originada por un factor genético, se corresponde con uno de los trastornos mentales más graves e incapacitantes. Tal es así que tiene un enorme impacto en la calidad de vida no solo de los pacientes, sino también en la de sus familiares y cuidadores. A ello se unen los costes socioeconómicos asociados a la enfermedad, «derivados tanto de la atención médica como de la pérdida de productividad laboral de los pacientes y sus familiares», recuerda el Dr. Celso Arango.

La razón para el retraso en el diagnóstico obedece en gran medida a la estigmatización de la enfermedad mental, al miedo de los padres al rechazo social o, simplemente, a la confusión entre las primeras manifestaciones con los efectos provocados por el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas. El resultado es que los familiares aplazan la consulta con el psiquiatra y, de la misma manera, el tratamiento suele también iniciarse varios años después.

Por todo ello, como incide el Dr. Arango, «de cara a reducir el impacto funcional de la enfermedad, es necesario llevar a cabo otro tipo de intervenciones, caso de los ajustes en los programas educativos y la psicoeducación, para así desarrollar habilidades sociales o hacer y mantener las amistades y entrenar la tolerancia a la frustración».

– A día de hoy, 5 asociaciones de pacientes dedicadas a la esquizofrenia ya son miembros de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?