La Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos (FNETH), miembro de Somos Pacientes, reclamó el pasado jueves, en el marco de la Semana de Acción Mundial por la Educación, la normalización de la atención a los niños trasplantados en el entorno escolar, así como el fin de los obstáculos que ponen algunos centros educativos en la escolarización de este colectivo.
Como explica la FNETH, “se debe normalizar la atención a los niños trasplantados en las escuelas, puesto que antes y después del trasplante no siempre pueden seguir el ritmo de la clase y, por ello, algunos centros ponen obstáculos a la hora de escolarizarlos. Estos niños son enfermos crónicos y su situación debería tratarse con tanta normalidad como la de otros escolares diabéticos o con asma”.
De esta manera, la Federación se adhiere a las denuncias formuladas por la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), miembro de Somos Pacientes, que igualmente la pasada semana puso de manifiesto las deficiencias del sistema educativo español hacia las personas con discapacidad.
Trabas a la escolarización
De acuerdo con los datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en el período 2010-2013 se realizaron un total de 590 trasplantes infantiles en nuestro país. Y si bien la situación escolar de estos niños trasplantados, apunta la FNETH, “está poco a poco mejorando, todavía falta un largo camino por recorrer para conseguir que su inclusión en las aulas sea plena”.
No en vano, como incide Erika Guijarro, psicóloga de la Federación, “las familias se encuentran con dificultades para escolarizar a sus hijos. En algunos centros les ponen trabas y en otros los acaban aceptando porque no hay más remedio, ya que antes y después del trasplante no pueden seguir el mismo ritmo que el resto de la clase. Antes, porque se agotan con nada y, después, por los cuidados que necesitan. Así, deben entrar más tarde, sobre las 10 horas, porque deben hacer un ayuno para que sus padres les puedan dar la medicación que necesitan; o comer en casa y a otra hora e, incluso, salir antes”.
Y a ello se aúna que “los profesores deben estar pendientes de ellos, porque al estar inmunodeprimidos, si observan a otro compañero resfriado, deben indicarles que se pongan una mascarilla en las aulas”, recuerda Erika Guijarro.
Sea como fuere, incide la psicóloga de la FNETH, “estos niños no tienen por qué ser escolarizados en centros de educación especial”.
Mejorar la comunicación
La solución a esta situación para por una mejora de la comunicación entre los centros educativos y las escuelas de los hospitales, para así posibilitar que los niños puedan seguir desarrollando sus tareas educativas, no se retrasen y puedan reengancharse a su curso.
Como recuerda Erika Guijarro, “estos niños no pueden seguir el ritmo del resto de los compañeros porque sufren retrasos debido a los ingresos hospitalarios. Pero con una guía y apoyo durante los primeros años, se igualan al resto. Además, son niños muy acostumbrados a relacionarse con los adultos, pero no con otros niños. Por eso hay que evitar su exclusión y marginación, para que su nivel de adaptación no se resienta y no se encuentren bloqueados”.