El 8 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Radiología, una fecha en la que se pone de relieve la labor de los radiólogos, que son especialmente valiosos en el área de oncología mamaria. Y es que el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama dependen en gran medida de su pericia, así como del acceso a nuevas tecnologías capaces de detectar esta patología.
«Los radiólogos de mama somos responsables desde el cribado inicial, que permite la detección precoz, hasta el seguimiento postoperatorio, garantizando que cada paso en el proceso oncológico sea preciso y efectivo», asegura Silvia Pérez Rodrigo, jefa de la Sección de Radiología de Mama en MD Anderson Cancer Center Madrid – Hospiten.
La radiología ha evolucionado notablemente en las últimas décadas, y hoy en día, el cribado y la detección precoz de lesiones milimétricas son posibles gracias a tecnologías como la mamografía digital, la tomosíntesis, la resonancia magnética y el uso de inteligencia artificial (IA). «La capacidad de identificar lesiones muy pequeñas, que de otro modo serían indetectables, nos permite actuar antes de que el cáncer progrese a etapas avanzadas», subraya la Dra. Pérez Rodrigo. La incorporación de la IA en los sistemas de diagnóstico por imagen ayuda a los radiólogos a realizar una interpretación más precisa y rápida de las imágenes, optimizando el tiempo de respuesta y facilitando decisiones informadas.
Presentes en la detección y tratamiento
Desde el punto de vista de esta especialista, el trabajo del radiólogo de mama se estructura en varios pilares fundamentales, comenzando por el cribado periódico para identificar el cáncer de mama en fases tempranas. Éste se realiza mediante diversas pruebas de diagnóstico por imagen que incluyen la mamografía, la ecografía mamaria y la tomosíntesis, principalmente.
Si se detecta una lesión, el radiólogo determina qué pruebas adicionales son necesarias, combinando técnicas como mamografía 3D, ecografía y resonancia magnética. Es entonces cuando se evalúa la necesidad de realizar una biopsia para confirmar la naturaleza de la lesión y caracterizar el tumor. En este sentido, el radiólogo revisa los resultados de anatomía patológica con las imágenes y solicitando pruebas adicionales para confirmar el diagnóstico.
Toda la información recabada se lleva al comité multidisciplinario para diseñar el plan de tratamiento de cada paciente. De hecho, los radiólogos se encargan de monitorear la reducción tumoral y el seguimiento posterior al tratamiento para detectar recurrencias de manera temprana.
Por otra parte, y en el caso de que haya que intervenir, los radiólogos marcan con precisión las áreas a tratar, facilitando la extracción y minimizando el daño al tejido sano. En algunas ocasiones estos profesionales pueden emplear técnicas como la crioablación o la radiofrecuencia para eliminar el tumor sin cirugía.
La importancia de la comodidad y la accesibilidad
Para que todo este proceso se lleve a cabo con éxito, el primer paso es presentarse a ese cribado inicial, para el que todavía hay muchas mujeres que son reticentes por el dolor o la incomodidad que puede causar una mamografía. Por eso, desde compañías tecnológicas como Fujifilm se está trabajando en diseños que corrijan este problema.
La Dra. Sonia Ochoa, radióloga en la Sección de Mama del Hospital Alfredo Espinosa en Vizcaya, explica que en la última década se han realizado mejoras significativas. «Los equipos actuales de mamografía están diseñados para ser más ergonómicos, con características como barandillas para apoyo, ajuste de altura para personas en sillas de ruedas y detección automática de la presión adecuada», comenta.
Además, la tecnología de mamografía con contraste, que mejora la precisión diagnóstica y reduce la duración del estudio, se está implementando de forma creciente en pacientes con antecedentes de cáncer o alto riesgo. «El desarrollo de herramientas como las secuencias ultrarrápidas en resonancia magnética y las innovaciones en mamografía con contraste han transformado la experiencia de cribado y seguimiento, haciéndola más accesible y tolerable para las pacientes», añade la Dra. Ochoa.