El asma y la obesidad son dos patologías diferenciadas, pero que en muchas ocasiones coinciden en un mismo paciente. Y cuando esto ocurre, la gravedad de ambas enfermedades suele aumentar, acelerando el deterioro clínico y funcional. En realidad, las dos tienen vínculos diversos hasta el punto de que padecer obesidad cuadruplica el riesgo de padecer asma.
Así lo recuerda Luis Manuel Entrenas, jefe del servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba, aprovechando el Día Europeo Contra la Obesidad. Asegura que la conexión es tan elevada que se ha introducido en la práctica clínica el término asma-obesidad. Así se describe a este grupo de pacientes «que pueden representar una gran proporción de los afectados por asma grave».
- Te interesa: Mejorar nuestra salud con la dieta FAFO: flexible, adaptada, personalizada y de precisión
A esto se añade una dificultad añadida: en estos casos los tratamientos inhalados fundamentales para el asma no son tan efectivos. En opinión de Entrenas, esto ocurre porque la propia mecánica pulmonar que condiciona la obesidad troncular no permite realizar de manera adecuada las maniobras de inhalación.
Identificación
«Es muy importante identificar a los pacientes con síndrome asma-obesidad porque, en general, son más resistentes a los glucocorticoides inhalados. Desde hace poco tiempo contamos con un anticuerpo monoclonal, válido para la mayoría de asmáticos, que puede ayudar a controlar este tipo concreto de inflamación», afirma. Además, se han demostrado mejorías en el control del asma tras practicar cirugía bariátrica en algunos casos seleccionados.
No obstante, antes de decidir una terapia, es importante diagnosticar de forma clara las dos patologías. La obesidad suele ser fácil, determinando peso y talla para calcular el índice de masa corporal, pero las personas con obesidad pueden presentar síntomas respiratorios (generalmente disnea al caminar) sin tener necesariamente asma.
El especialista del centro cordobés recuerda que la realización de pruebas específicas es básico para certificar el diagnóstico de esta enfermedad respiratoria, ya que de cada tres pacientes con síntomas, uno no la tiene. «Es muy importante realizar espirometrías con pruebas broncodilatadoras para aseverar el diagnóstico o descartarlo».
Y añade que en el caso particular del asmático obeso, la espirometría simple puede que no sea suficiente para el diagnóstico correcto. En estos casos, Entrenas recomienda realizar exploraciones de función pulmonar más complejas, como la determinación de volúmenes estáticos o resistencias pulmonares.
Características
El asma es una enfermedad inflamatoria de las vías aéreas que desencadena una obstrucción bronquial. Esto provoca dificultad al respirar, sensación de falta de aire, ruidos torácicos (pitos) y tos. Puede darse de forma aislada en las vías aéreas, pero también se manifiesta en otros órganos del aparato respiratorio como la nariz, en forma de rinitis o rinosinusitis, o de otros sistemas, como la piel, en forma de dermatitis.
Por otra parte, en la obesidad hay un estado proinflamatorio de base que favorece la inflamación que provoca el asma. Por eso suele aparecer la patología respiratoria a largo plazo y de forma crónica, lo que propicia a su vez el deterioro del paciente. Éste debe aprender a manejarla, a reconocer el inicio de los ataques de asma y a saber actuar modificando el tratamiento para evitarlos. Y recordar siempre la importancia de seguir las pautas de su tratamiento crónico.
- Además de los especialistas, las asociaciones de pacientes como AB Híspalis o Fenaer pueden aportar mucha información a aquellos afectados por este tipo de patologías. Podéis conocer otras muchas en nuestro Mapa de Asociaciones.