En nuestro país conviven en torno a 400.000 personas con trastorno bipolar. Un colectivo de pacientes que, como explica la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), «pueden tener una calidad de vida como la de cualquier persona, si bien para ello es necesario el conocimiento y aceptación de la propia enfermedad». Así, y fundamentalmente, debe evitarse tanto la sobreprotección como el temor hacia los afectados, pues pueden perjudicar su estabilidad.
En este contexto, la familia debe jugar un papel fundamental como fuente de influencia en el día a día del paciente, “así como para manejar y reducir sus niveles de estrés, lo que resulta primordial para evitar posibles caídas”, destaca el doctor Francisco Toledo Romero, miembro de la Junta Directiva de la SEPP.
Para ello, incide el doctor Toledo Romero, «debe requerirse que la familia conozca la enfermedad para poder detectar precozmente los síntomas de inicios de fases y, en consecuencia, intervenir, convirtiéndose de esta forma en co-terapeutas. Siempre teniendo en cuenta que la adopción de posturas de sobreprotección o una aptitud crítica u hostil hacia el afectado no favorece en absoluto su estabilidad».
Componentes genéticos y ambientales
Los avances en el conocimiento del trastorno bipolar han posibilitado un diagnóstico cada vez más precoz de la enfermedad, «evitando así un gran sufrimiento al paciente y su entorno y un deterioro de la calidad de vida de los afectados», resalta el doctor Toledo Romero.
Concretamente, el 2,5-5% de la población desarrollará un trastorno bipolar a lo largo de su vida, básicamente por la existencia de un fuerte componente biológico y genético que predispone a los individuos a esta patología.
A éste se aúnan «los factores psicológicos o ambientales, desencadenantes o agravantes de los episodios que puede atravesar un paciente bipolar», aclara el doctor Toledo Romero, quien refiere que las profesiones sujetas a una irregularidad horaria o a un factor de estrés significativo –caso, entre otras, de la policía, los bomberos, las profesiones sanitarias o los trabajos con cambios de turnos– no resultan recomendables “dado que pueden agravar el curso de la enfermedad”.
Finalmente, y por lo que requiere al tratamiento del trastorno, la SEPP admite la existencia de tantos tratamientos como afectados, «dado que la terapia se establece por el profesional en función de la sintomatología que presente el paciente».
– A día de hoy, 8 asociaciones de pacientes dedicadas al trastorno bipolar son ya miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?