Las familias de personas con problemas de salud mental necesitan una mayor inversión en políticas que les presten ayuda y apoyos para, así, mitigar el impacto que suponen las responsabilidades y labores de cuidado de sus familiares con problemas de salud mental. Y es que esta dedicación conlleva efectos muy negativos sobre sus relaciones familiares y sociales, su ocio y tiempo libre, su estado de salud y su situación económica. Así se desprende del estudio ‘Las familias con problemas de salud mental en la CAE’, desarrollado por Salud Mental Euskadi, miembro de Somos Pacientes.

María Ángeles Arbaizagoitia, presidenta de la Federación, destaca que “los familiares son los principales proveedores de apoyo. Es la familia quien asume, muy frecuentemente, el grueso de las labores de cuidado y el acompañamiento continuo”.

Entre otros resultados, esta investigación llevada a cabo en País Vasco revela que seis de cada 10 participantes afirman que sus relaciones familiares se han resentido debido a la situación, hasta el punto de que en hasta el 30% de los casos se producen rupturas y separaciones. Además, el tiempo de ocio y relaciones sociales disminuye significativamente para la mayoría de los cuidadores, sobre todo en el caso de las mujeres, que son quienes suelen asumir estos cuidados –por lo general, las madres.

Además, la labor de cuidado tiene un impacto muy significativo en la salud y el bienestar emocional de quien la ejerce. De hecho, el 12% de los familiares cuidadores ha sido diagnosticado de un trastorno mental, porcentaje que en el caso de las mujeres duplica al de los varones –12,4% frente a 6,2%–; el 40% sigue tratamiento y/o cuenta con apoyo psicológico o farmacológico; cerca de la mitad reconoce sentirse estresado y sobrepasado, con un 44% que afirma sentirse agotado; y el 47,9% ha desarrollado problemas de salud físicos a consecuencia de su labor –entre otros, dolor y mareos.

Aliviar la carga

El cuidado de un familiar con problemas de salud mental también tiene un notable impacto económico. No solo por los costes extraordinarios de medicamentos y especialistas, a los que un 25% han renunciado en alguna ocasión por no poder asumirlos, sino también por los problemas de conciliación laboral: el 21,3% de las familias se han visto abocadas a que uno o más de sus miembros reduzca su jornada laboral; y en el 17,4% de los casos algún miembro ha tenido que dejar de trabajar

Por todo ello, las familias de pacientes con trastorno mental requieren más ayudas. Más aún, si cabe, en una situación como la actual, en la que la incidencia de problemas de salud mental ha crecido de forma desmesurada. Y es que, entre otros datos, la cifra de personas atendidas por trastornos del comportamiento y emocionales creció un 228,2% entre 2017 y 2020; el número de personas hospitalizadas por esquizofrenia se incrementó en un 158,3% en el mismo periodo, y la cifra de fallecidos por suicidio en País Vasco en 2022 ascendió a 174.

Ante esta realidad, y entre otras propuestas, Salud Mental Euskadi solicita ayudas económicas para las familias, medidas para la conciliación laboral y familiar, la promoción de recursos para el respiro familiar y el aumento de apoyos profesionales.

Como concluye su gerente, María José Cano, “se hace necesario aliviar la carga de cuidados familiares con apoyos profesionales e impulsar modelos que promuevan la vida independiente. Todo ello redundará en un aumento de la calidad de vida de las familias”.

Para consultar el estudio pincha aquí.

– A día de hoy, 331 asociaciones de pacientes dedicadas a la salud mental ya son miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?