Las mascotas mejoran significativamente las conductas sociales positivas –entre otras, la comunicación hablada y el contacto físico– en el ámbito escolar de los niños con trastornos del espectro autista (TEA). Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) y publicado en la revista PLoS One.

Como apunta la doctora Marguerite E. O’Haire, directora de la investigación, «para los niños con TEA, el aula de la escuela puede ser un ambiente estresante y abrumador debido a los desafíos sociales y la victimización entre pares; si un animal puede reducir este estrés o cambiar, aunque sea artificialmente, la percepción de los niños de la clase y sus ocupantes, un niño con TEA puede sentirse más a gusto y abrirse a las conductas de aproximación social».

Mascotas mejor que juguetes

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores evaluaron cómo los juguetes o las mascotas –en este caso, cobayas– influían en la conducta en las aulas de 99 niños con TEA de 5 a 13 años de edad con respecto a los adultos y sus compañeros.

Los resultados mostraron que, en presencia de los animales, los participantes fueron más proclives a hablar, mirar a la cara a los demás y tener un mayor contacto físico.

Además, los niños sonrieron y rieron en mayor medida con las mascotas que con los juguetes, que por su parte se asociaron con un mayor número de gemidos, lloros y rostros con el ceño fruncido.

En este contexto, distintas investigaciones previas habían demostrado que las personas tienen más probabilidades de recibir propuestas de amistad de desconocidos cuando caminan con un perro que cuando pasean solas. Estudios, asimismo, que también han mostrado beneficios similares en las personas que poseen animales pequeños, caso de conejos o tortugas.

En consecuencia, y aunando las nuevas evidencias, los autores sugieren que «este efecto de ‘lubricante social’ de los animales en las interacciones sociales humanas puede ser particularmente importante para aquellas personas con discapacidad socioemocional; así, la capacidad de una mascota para ayudar a los niños con TEA a conectar a los adultos puede ayudar a fomentar interacciones con los terapeutas, profesores u otros adultos«.

– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘PLoS One’?

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