solidaridad
Las más de 600.000 personas que padecen psoriasis en nuestro país sufren, o han sufrido, la discriminación de una gran parte de la sociedad. Una situación que, sumada a las consecuencias propias de su enfermedad, complica de manera significativa el desarrollo personal de los pacientes. Por ello, y con objetivo de luchar contra el estigma que aún padecen estos pacientes, los más de mil dermatólogos reunidos en Oviedo con motivo de la celebración del 40 Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) –del 6 al 9 de junio– han elaborado y suscrito la denominada ‘Declaración de Oviedo’ en la que manifiestan su unión ‘Por una piel sin Psoriasis’.

Como explican los Dres. José Carlos Moreno Giménez y Miquel Ribera Pibernat, presidente y vicepresidente de la AEDV, «el estigma es algo que marca al individuo como diferente a los demás, aislándolo del grupo y ocasionándole sentimientos de vergüenza o ansiedad. En el caso de la psoriasis, las lesiones en la piel marcan al paciente, lo hacen diferente de los demás, son el centro de muchas miradas y contribuyen a su estigmatización».

Así, los especialistas reunidos en Oviedo han querido transmitir a la sociedad que los dermatólogos se suman a los pacientes en su lucha contra el estigma social, así como enviar a los propios pacientes el mensaje de que «en el dermatólogo hay muchas soluciones y tratamientos que pueden hacerles la vida más fácil«.

Declaración de Oviedo

En la Declaración, los profesionales de dermatología manifiestan que:

– La persona con psoriasis no tiene ninguna responsabilidad sobre la aparición de su enfermedad y no debe, ni debemos hacerle sentir, culpable por ello. La psoriasis es una enfermedad muy frecuente y cualquier persona puede padecerla. Las personas con psoriasis necesitan la aceptación del entorno para su mejoría.

– Padecer psoriasis no es sinónimo de incapacidad para desarrollar una vida normal. Las personas con psoriasis tienen la misma capacidad que el resto para ejercer una profesión u oficio, y deben tener las mismas oportunidades profesionales que las personas no afectadas.

– Las personas con psoriasis tiene el derecho de no ser discriminadas debido al aspecto de la piel ni excluidos socialmente. Tienen derecho a llevar una vida normal en su comunidad, siendo injustificables las actitudes discriminatorias que provocan su aislamiento. Las autoridades sanitarias pueden y deben dedicar esfuerzos para la integración de las personas con psoriasis

– Una sociedad mejor informada, pierde los miedos y reacciona de una forma más solidaria con las personas enfermas. Los medios de comunicación pueden y deben ayudar a la erradicación del estigma asociado a la psoriasis.

– Los gestores de la asistencia sanitaria deben crear las condiciones para que se produzca una relación médico-paciente más equilibrada  y satisfactoria basada en el respeto y la confianza mutua. Esto conducirá a la mejora de los problemas de salud y calidad de vida de los pacientes.

– Los pacientes deben tener la oportunidad de recibir toda la información disponible sobre su enfermedad y los tratamientos existentes  en un lenguaje inteligible. Esta información debe ser proporcionada por profesionales de la salud, preferentemente dermatólogos.

– Los pacientes deben tener la oportunidad de opinar sobre sus tratamientos. Las decisiones sobre una intervención sanitaria deben estar guiadas por el juicio médico, basado en el mejor conocimiento científico disponible, pero atendiendo siempre que sea posible las preferencias expresadas por el paciente correctamente informado.

– Los pacientes deben tener más información y conocimiento acerca de sus derechos y deberes básicos como enfermos. Esta información ha de ser facilitada por los profesionales de la salud, los servicios sanitarios o las asociaciones de pacientes.

– Los diferentes agentes sanitarios y sociales deben recomendar a las personas con psoriasis ponerse en manos de los profesionales de la dermatología, que son los que pueden ofrecerles las mejores alternativas terapéuticas y ayudarles a tener una mejor calidad de vida.

– Los profesionales de la dermatología deben ser garantes de los derechos de los pacientes y la calidad asistencial. Todos los pacientes deben tener acceso al  tratamiento más adecuado para él, independientemente de su lugar de residencia y del coste del mismo.