La exposición a los productos hechos con plumas, caso de los edredones y almohadas, constituye una de las principales causas para el desarrollo de fibrosis pulmonar idiopática (FPI), enfermedad caracterizada por la pérdida progresiva de la capacidad respiratoria que afecta a más de 7.500 españoles. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona y publicado en la revista ‘The Lancet Respiratory Medicine‘.
La FPI es una enfermedad rara que, más frecuente en los varones y generalmente detectada en mayores de 40 años, se asocia con una baja tasa de supervivencia. Además, las causas por las que se origina el FPI permanecen aún desconocidas, si bien se han identificado factores de riesgo tales como los antecedentes familiares y el hábito tabáquico. Y asimismo, tal y como se desprende de las nuevas evidencias, la exposición a los edredones y almohadones de plumas, así como a aves y hongos en cantidades mínimas pero persistentes.
Como apuntan los investigadores, “este nuevo hallazgo permite abrir una nueva vía en el diagnóstico y tratamiento de la FPI, ya que la identificación de las causas permite prevenirla y con ello se evita que evolucione hacia fases avanzadas o graves”.
Neumonitis por hipersensibilidad crónica
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de investigadores, dirigido por el doctor Ferran Morell, evaluó entre los años 2004 y 2011 a 60 pacientes diagnosticados de FPI. Todos los participantes cumplimentaron cuestionarios de forma periódica con objeto de detectar la posible exposición a antígenos ocultos responsables del desarrollo de la denominada ‘neumonitis por hipersensibilidad crónica’, enfermedad que en hasta un 50% de los casos da lugar a la presentación de la FPI.
Los resultados mostraron que el 43% de los pacientes que cumplían los criterios diagnósticos de FPI fueron consecuentemente diagnosticados de ‘neumonitis por hipersensibilidad crónica’. Y como explican los autores, “en la mayoría de los casos, el origen de la enfermedad pudo atribuirse a la exposición a antígenos aviarios ocultos comúnmente en la ropa de cama”.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, como apunta el doctor Morell, “no se le puede echar toda la culpa a las plumas de los edredones. Existe un factor genético que es preponderante”.
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