Concretamente, la OMS recomienda un máximo de 5 gramos diarios por persona para mantener los valores de presión arterial en niveles aceptables –esto es, por debajo de 140/90 mmHg, cifras tensionales que definen la hipertensión arterial (HTA)– y, en consecuencia, reducir el riesgo de aparición de enfermedades cardiovasculares.
Exceso de sal y carencia de potasio
El consumo de sal es necesario para el buen funcionamiento del organismo: hidrata y regula los fluidos corporales, mantiene el pH de la sangre y ayuda a la relajación muscular y a transmitir los impulsos nerviosos.
Sin embargo, como recuerda la doctora Nieves Martell, presidenta de la SEH-LELHA, “la ingesta excesiva de sal y el reducido aporte de potasio característicos de la alimentación del mundo occidental han condicionado, junto a la obesidad y al sedentarismo, un aumento progresivo de la incidencia y prevalencia de la hipertensión arterial”.
Reducir el consumo
Por lo general, la población asocia la sal con el pan y el salero. Pero hasta el 80% del aporte diario procede de las conservas y comidas precocinadas, suponiendo la sal agregada al cocinar –o ya en la mesa– solo un 10% del total. Asimismo, el 10% restante es sodio natural que se encuentra en los alimentos y medicamentos.
Es más; la población también atribuye cantidades erróneas de sal a distintos alimentos, caso del jamón york, que en realidad tiene la misma cantidad de sal que el resto de embutidos. Y también cree de forma errónea que los alimentos dulces o los refrescos no contienen sodio.
Alimentos frescos
Para subsanar este error y, sobre todo, sus consecuencias, “una apuesta segura es elegir alimentos frescos frente a los transformados, mucho más ricos en sal, que a menudo utilizan como conservante”, recomienda el doctor Francisco M. Adán Gil, presidente de la Fundación HTA.
Así, y a la hora de hacer la compra, conviene tener en cuenta el etiquetado nutricional y no olvidarse de multiplicar por 2,5 la cantidad de sodio que indica el alimento para calcular los gramos de sal reales.
Y “una buena manera de acostumbrarse a tomar alimentos bajos en sal es disminuir poco a poco su consumo, de tal forma que el paladar se vaya acostumbrado y la cantidad diaria no supere los 1,5 gramos al día, cantidad equivalente a un dedal”, concluye el doctor Adán Gil, que aconseja sazonar los platos con, entre otros productos, limón y especias.
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