Los niños que ayudan a sus progenitores a preparar la comida se alimentan de una forma más saludable. Concretamente, los menores con edades comprendidas entre los 6 y los 10 años que ayudan en la cocina consumen un 76% más de verduras y ensalada, un 27% más de pollo y, en general, un 24,4% más de calorías. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Investigación Nestlé en Lausana (Suiza) y publicado en la revista Appetite.
En palabras de la doctora Klazine Van Der Horst, directora de la investigación, “nuestros resultados muestran que los niños que ayudan a los padres en la cocina comen más en general y, concretamente, una cantidad significativamente mayor de verduras. Por ello, nuestros hallazgos sugieren que la participación de los niños en la preparación de los alimentos puede ayudarles a desarrollar hábitos alimentarios saludables y aumentar el consumo de vegetales”.
Mejor alimentados y más orgullosos
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores solicitaron a 47 progenitores que prepararan una comida con ayuda de un hijo o hija de 6 a 10 años de edad. Y contando con varios alimentos –entre otros, pollo empanado, ensalada, coliflor y pasta–, los padres y sus hijos debían colaborar para preparar la ensalada y empanar los trozos de pollo.
Los resultados mostraron que los 25 niños que accedieron a ayudar a sus progenitores aumentaron su consumo de ensalada (en un 76,1%), de pollo (27%) y de calorías totales (24,4%).
Es más; los niños que habían colaborado en las tareas de la cocina se sentían mejor, más orgullosos, más independientes y con emociones más positivas. Y asimismo, disfrutaban más de las comidas, pues tras pasar tiempo en la cocina también dedicaban más tiempo a comer.
En definitiva, concluyen los autores, “cocinar juntos puede ser beneficioso para los padres y los niños, no sólo por la mayor ingesta de alimentos, sino también porque ambos valoran el tiempo que pasan juntos”.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘Appetite’?