La Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (AECCM) ha lanzado un manifiesto para reclamar más recursos para la investigación de esta patología y un acceso más ágil a los tratamientos aprobados por la Unión Europea. En concreto, el texto solicita que se pongan «a disposición de todos los hospitales en un plazo máximo de 180 días como establece la legislación vigente, y que en la actualidad se dilatan a más de 700 días».
Dos aspectos que también recoge el manifiesto publicado por la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), subrayando que ambos elementos son fundamentales para mejorar la supervivencia y reducir los efectos adversos que enfrentan las pacientes. Así lo ha expresado también la presidenta de FECMA, Mª Antonia Gimón, en el marco del Día Internacional del Cáncer de Mama, destacando que España debe reforzar la equidad, sostenibilidad y cohesión del Sistema Nacional de Salud (SNS) si desea seguir siendo un referente en calidad sanitaria.
Estos textos, respaldados por sociedades científicas como SEOM o los grupos de investigación Geicam y Solti, buscan sensibilizar a la sociedad sobre las necesidades urgentes de las mujeres con cáncer de mama. Entre otros aspectos, abogan por garantizar que todas las pacientes tengan acceso a diagnósticos precisos y tratamientos efectivos dentro del SNS.
Nuevos tratamientos
Los manifiestos llegan poco después de la aprobación de financiación pública de dos fármacos indicados para cáncer de mama metastásico HR+ y HER2 y cáncer de mama metastásico HER2 Low. Un hito que Marcos Martínez, gerente del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), ha valorado positivamente. Eso sí, recordando que España sigue estando «de la mitad para atrás» en cuanto al acceso a la innovación. Y que, a pesar de que nuestro país es un referente en ensayos clínicos, los tiempos de aprobación de nuevos fármacos siguen siendo largos.
A eso se añade la disparidad en el acceso a tratamientos entre las diferentes Comunidades Autónomas que FECMA denuncia en su texto. La federación vuelve a recordar una vez más que el código postal no debe ser un factor que determine la calidad del tratamiento que recibe una paciente. Una preocupación que no hace mucho GEPAC planteaba la iniciativa «Cáncer, cuestión de Estado«, con el fin de visibilizar este problema y exigir mejoras en el acceso a los tratamientos oncológicos en todo el país.
Cáncer de mama masculino: un reto silencioso
Otra de las organizaciones que ha mostrado su satisfacción por la aprobación de los dos medicamentos para cáncer de mama metastásico ha sido la Asociación de Pacientes con Cáncer de Mama Masculino (INVI). Sus responsables consideran esta decisión como un avance crucial para mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los hombres que padecen esta enfermedad, quienes a menudo no son diagnosticados a tiempo debido a la falta de conciencia sobre su prevalencia en varones.
El fundador de INVI, Marius Soler, resalta que el promedio de tiempo entre la aparición de los síntomas y el diagnóstico en hombres es de 19 meses, lo que contribuye a que un porcentaje significativo de los casos ya sean metastásicos. Soler también destaca la falta de cultura de autocuidado en los hombres, lo que agrava aún más la situación.
El papel del movimiento asociativo de pacientes
En ambos documentos también se hace un llamamiento para que las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama no se enfrente a esta situación en soledad, subrayando la importancia del movimiento asociativo de pacientes, y destacando que su experiencia y compromiso son fundamentales para mejorar la sanidad y fomentar la solidaridad social.
Además, se solicita que se valore el papel de estas asociaciones y su participación de forma activa en los procesos de decisión o evolución de la enfermedad, teniendo en cuenta que, de esta manera, participan activamente en la mejora de la atención sanitaria y contribuyen a la educación, la economía y el fortalecimiento del tejido social.
Es decir, las asociaciones de pacientes desempeñan un papel indispensable en el desarrollo de iniciativas que permiten a las pacientes tener una voz activa en el diseño de políticas sanitarias. En este caso, para el cáncer de mama.