Las personas que conviven con dolor crónico saben que, incluso cuando su malestar está relativamente controlado, pueden sufrir empeoramientos puntuales que dificultan aún más su día a día. Estos episodios, conocidos como reagudizaciones del dolor crónico, suponen un reto para los profesionales sanitarios y han sido objeto de debate en la mesa ‘Reagudizaciones en el dolor crónico: un nuevo paradigma’, celebrada en el marco de las V Jornadas de Dolor en Atención Primaria de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (SEMDOR), con la colaboración de Grünenthal.
La Dra. María Dolores Bedmar Cruz, presidenta de la Sociedad Madrileña del Dolor y especialista en la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Fuenlabrada, explica que estas reagudizaciones se manifiestan como un dolor de moderado a intenso, que aparece sobre un dolor crónico previamente controlado y se localiza en la misma zona habitual. Su duración es variable y puede extenderse durante varias horas o incluso días.
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Aunque en algunos casos pueden tener una causa identificable —como un esfuerzo físico o un viaje que agrave una lesión vertebral—, en la mayoría son idiopáticas, es decir, no se conoce su origen. “Es importante descartar otras causas, como el estrés, problemas laborales o familiares o incluso los cambios meteorológicos, que pueden influir en el dolor”, advierte la Dra. Bedmar.
Dolor irruptor versus reagudización
Una de las claves abordadas en la jornada fue la necesidad de diferenciar entre las reagudizaciones del dolor crónico no oncológico y el dolor irruptor, un tipo de dolor agudo y de alta intensidad que aparece de forma brusca en pacientes con dolor oncológico controlado. Mientras que este último tiene una duración breve y aparece de manera súbita, las reagudizaciones se desarrollan de forma más progresiva y pueden mantenerse durante varios días.
Esta diferencia es crucial, ya que cada tipo de dolor requiere un abordaje terapéutico distinto. Como señaló el Dr. Enrique del Cojo Peces, coordinador de Anestesiología y de la Unidad del Dolor en Quirónsalud/MIVIsalud (Cáceres) y moderador de la mesa, el reto principal para los sanitarios es individualizar el tratamiento, lo que implica tener una visión integral del paciente, tanto a nivel biológico como psicológico y social.

La Atención Primaria, pieza clave en el seguimiento
Según datos del estudio CRONO, un 36% de los pacientes con dolor crónico no oncológico sufre reagudizaciones, una cifra que afecta por igual a hombres (37%) y mujeres (34%). Ante esta realidad, el papel de la Atención Primaria (AP) es determinante. Al ser la primera puerta de entrada al sistema sanitario, los médicos de familia tienen un conocimiento más continuo del paciente y pueden realizar un seguimiento más estrecho de su evolución.
“La Atención Primaria puede ofrecer un control frecuente que no es posible en otras especialidades donde las visitas son más espaciadas”, explicó la Dra. Carmen Gallego García, médica de familia en el Centro de Salud Just Ramírez (Valencia). Además, insistió en que el dolor es una patología compleja y multifactorial, que requiere tener en cuenta los antecedentes del paciente, las enfermedades asociadas y los tratamientos para evitar interacciones farmacológicas.
Coordinación y formación, claves del abordaje
La colaboración entre Atención Primaria y las Unidades del Dolor se presenta como un pilar fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas con dolor crónico. Esta coordinación permite valorar opciones terapéuticas avanzadas que pueden beneficiar al paciente y, al mismo tiempo, capacitar a los médicos de familia en técnicas que puedan aplicar directamente en consulta.
“Es fundamental que los profesionales de AP conozcan las posibilidades que ofrecen las Unidades del Dolor y puedan aplicar intervenciones desde su ámbito para mejorar el tratamiento”, concluye la Dra. Gallego.
La reagudización del dolor crónico no es solo un episodio más en la vida del paciente, sino una señal de alarma que requiere una atención adecuada, cercana y especializada. Reconocerla y abordarla a tiempo puede marcar la diferencia entre vivir con dolor… o vivir a pesar del dolor.