El mundo enfrenta una encrucijada en salud pública: o se refuerzan los compromisos internacionales para garantizar la continuidad de los programas esenciales para la salud o se corre el riesgo de perder décadas de avances contra algunas de las enfermedades más mortales del planeta. Así lo ha afirmado la Organización Mundial de la Salud (OMS). En concreto, este organismo ha lanzado una seria advertencia: los avances logrados en las últimas dos décadas en la lucha contra enfermedades como la malaria, el VIH y la tuberculosis están en riesgo debido a los recortes en la financiación estadounidense.
Según el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, esta drástica reducción de fondos ya está provocando interrupciones críticas en el suministro de tratamientos, diagnósticos y prevención en más de 50 países.
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La OMS reconoce el papel crucial que EE.UU. ha desempeñado en la salud global durante décadas, pero insta a que cualquier retirada de financiación se haga de forma planificada para evitar un impacto devastador en millones de vidas. “La generosidad de EE.UU. ha sido fundamental, pero si decide retirar su apoyo, debe hacerlo de manera ordenada y humana”, ha afirmado Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacando que la crisis sanitaria que se avecina puede tener consecuencias irreversibles si no se toman medidas urgentes.

Impacto de los recortes en enfermedades
Estados Unidos ha sido, hasta ahora, el mayor donante en la lucha contra la malaria, ayudando a prevenir 2.200 millones de casos en las últimas dos décadas. Sin embargo, los recortes han generado una crisis en el suministro de medicamentos, pruebas diagnósticas y mosquiteros tratados con insecticidas. Tedros ha advertido que esta situación podría revertir 15 años de progreso, con un aumento estimado de 15 millones de casos adicionales.
La suspensión del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR) por parte de EE.UU. ha supuesto la interrupción inmediata de los programas de tratamiento y prevención del VIH en más de 50 países. Ocho países ya enfrentan una grave escasez de terapia antirretroviral, lo que podría triplicar las muertes relacionadas con el VIH en comparación con el año pasado. Según la OMS, este retroceso podría traducirse en más de 10 millones de nuevos casos.
Por otro lado, también podemos hablar de la tuberculosis. Hasta 27 países de África y Asia ya experimentan interrupciones graves en el diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis, poniendo en peligro los avances logrados con el apoyo de EE.UU., que han salvado 80 millones de vidas en los últimos 20 años. Nueve países han reportado problemas en el suministro de medicamentos, lo que podría aumentar drásticamente la mortalidad por esta enfermedad prevenible y curable.
Handaa Enkh-Amgalan, miembro del Grupo de Trabajo de la Sociedad Civil de la OMS sobre la Tuberculosis, ha advertido que el 74% del objetivo de financiación global para combatir esta enfermedad aún no está cubierto, y que los recortes de EE.UU. agravan aún más la crisis. “Sin una intervención urgente, la tuberculosis se expandirá descontroladamente, causando miles de muertes evitables”, ha alertado.

Crisis en la vacunación y colapso de servicios esenciales
Los recortes llegan en un momento crítico, cuando el sarampión ha resurgido en los últimos tres años. La OMS destaca que, desde 1974, las vacunas contra el sarampión han salvado 94 millones de vidas, pero la falta de financiación amenaza con detener los esfuerzos de inmunización. Además, los programas de erradicación de la polio, la vigilancia epidemiológica de enfermedades emergentes como la gripe aviar y la respuesta a brotes sanitarios están en riesgo inminente.
La reducción de la ayuda estadounidense también ha golpeado los sistemas sanitarios en zonas de crisis. En Cox’s Bazar, el mayor campo de refugiados del mundo, se han interrumpido los programas de diagnóstico y tratamiento de la hepatitis C, así como los servicios de Atención Primaria y secundaria. Más de 2.600 centros de salud en 12 regiones afectadas por conflictos han suspendido parcial o totalmente su actividad, dejando a casi 24 millones de personas sin acceso a servicios esenciales.