El autocuidado representa un pilar esencial para el bienestar de cualquier persona, pero en el ámbito de la discapacidad, este derecho es especialmente importante. Y es que, desarrollar habilidades de autocuidado es crucial para fomentar su independencia y mejorar su calidad de vida. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la mayoría de las personas, con o sin discapacidades, pueden mantenerse sanas si aprenden sobre estilos de vida saludables y adoptan prácticas de autocuidado adecuadas. Esto subraya la importancia de proporcionar a las personas con discapacidad intelectual las herramientas y el apoyo necesarios para desarrollar estas habilidades. ​Sin embargo, este proceso puede presentar desafíos adicionales debido a las limitaciones cognitivas y adaptativas que caracterizan a esta población.

Las limitaciones cognitivas, las barreras sociales y la falta de apoyos adecuados dificultan que muchas personas puedan gestionar de forma autónoma aspectos básicos de su salud y su vida diaria. A ello se suma la escasa accesibilidad de los sistemas sanitarios, la escasa formación de algunos profesionales en atención centrada en la persona y, en ocasiones, una sobreprotección que limita el desarrollo de habilidades. Estos desafíos, lejos de ser insalvables, requieren un enfoque individualizado, inclusivo y comunitario que potencie las capacidades de las personas y las acompañe en el camino hacia una mayor autonomía.

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Estrategias para promover el autocuidado

El autocuidado se refiere a las actividades que una persona realiza de manera independiente para mantener su salud y bienestar, incluyendo la higiene personal, la alimentación, el manejo del estrés y la administración de tratamientos médicos. En el caso de las personas con discapacidad intelectual, desarrollar habilidades de autocuidado es crucial para fomentar su independencia y mejorar su calidad de vida. Sin embargo, este proceso puede presentar desafíos adicionales debido a las limitaciones cognitivas y adaptativas que caracterizan a esta población.

Promover el autocuidado en personas con discapacidad intelectual requiere un enfoque multidimensional que involucre a la propia persona, a sus familias y a los profesionales de la salud. Algunas estrategias efectivas incluyen:​

  1. Educación personalizada: Adaptar la información sobre salud y autocuidado a las capacidades cognitivas de la persona, utilizando materiales visuales y métodos interactivos para facilitar la comprensión.​
  2. Entrenamiento en habilidades prácticas: Enseñar de manera práctica actividades como el aseo personal, la preparación de alimentos sencillos y la administración de medicamentos, reforzando la repetición y la consistencia.​
  3. Uso de tecnología de apoyo: Implementar recordatorios electrónicos, aplicaciones móviles y otros dispositivos que ayuden en la gestión de tareas diarias relacionadas con el autocuidado.​
  4. Apoyo familiar y comunitario: Involucrar a la familia y a la comunidad en el proceso de enseñanza, creando una red de apoyo que fomente la práctica constante y brinde asistencia cuando sea necesario. De hecho, no solo los profesionales ​desempeñan un rol crucial en el fomento del autocuidado. Las familias proporcionan el entorno de apoyo inicial y continuo, modelando comportamientos de autocuidado y ofreciendo oportunidades para practicar estas habilidades en el hogar. ​

La Asociación Plena Inclusión Cantabria destaca en su guía «Cultivar el autocuidado» que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo necesitan apoyos para realizar actividades de la vida diaria, y que el nivel de autonomía determinará la intensidad de esos apoyos . Esto resalta la importancia de adaptar las estrategias de autocuidado a las necesidades individuales de cada persona.

Una estrategia de promoción del autocuidado

Los profesionales de la salud desempeñan un rol esencial en la promoción del autocuidado. La enfermería familiar y comunitaria, por ejemplo, se centra en desarrollar y aplicar cuidados integrales al individuo, la familia y la comunidad, contribuyendo a que las personas adquieran habilidades que fomenten su autocuidado en el marco de la atención primaria de salud . Este enfoque es particularmente relevante para las personas con discapacidad intelectual, ya que facilita la adquisición de habilidades necesarias para el autocuidado y promueve su integración en la comunidad. Sin embargo, para desarrollar estrategias de promoción del autocuidado en personas con discapacidad intelectual hay que tener en cuenta una serie de factores: ​

  • Variabilidad en las capacidades individuales: Es fundamental reconocer que cada persona tiene habilidades y necesidades únicas, lo que requiere enfoques personalizados y flexibles.​
  • Acceso a recursos y apoyos: La disponibilidad de materiales adaptados, tecnología de apoyo y programas específicos puede ser limitada, especialmente en áreas con menos recursos.​
  • Formación de cuidadores y profesionales: Es esencial que los cuidadores y profesionales estén capacitados para implementar estrategias efectivas de promoción del autocuidado, comprendiendo las particularidades de la discapacidad intelectual.