La práctica de ejercicio físico es una de las medidas más saludables que podemos adaptar para salvaguardar nuestra salud. No en vano, tener una baja forma física se presenta como el segundo factor de riesgo más importante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad general, únicamente superado por el tabaquismo. Así lo muestra un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y publicado en la revista European Journal of Preventive Cardiology.
En palabras del doctor Per Ladenvall, director del estudio, “los beneficios de mantenerse físicamente activos a lo largo de la vida son muy evidentes. Y es que tener una baja capacidad física es un riesgo de mortalidad mayor que unos niveles elevados de presión arterial o de colesterol”.
Mayor riesgo de mortalidad
En el estudio, los autores evaluaron los historiales médicos de 656 varones con un buen estado de salud que en 1967, cuando contaban con 54 años de edad, se sometieron a una prueba de ejercicio intenso para establecer su consumo máximo de oxígeno (VO2 máximo). Posteriormente, todos los participantes fueron sometidos con una periodicidad de 10 años a distintos exámenes físicos hasta el momento de su fallecimiento o hasta cumplir la edad de 100 años –en el año 2012.
Los investigadores incluyeron a los participantes en tres grupos –‘terciles’– en función de los resultados alcanzados en la prueba de VO2 máximo. Y de acuerdo con los resultados alcanzados con la evaluación de sus historiales médicos, la inclusión en un grupo con un menor VO2 máximo se asoció, frente al siguiente tercil, con un riesgo hasta un 21% superior de mortalidad durante los 45 años de seguimiento del estudio
Como indica el doctor Ladenvall, “nuestros resultados muestran que una baja capacidad aeróbica se asocia con una mayor tasa de mortalidad. Además, la asociación entre la capacidad de ejercicio y la mortalidad por cualquier causa tuvo un carácter gradual, con el mayor riesgo en el tercil con la menor capacidad aeróbica máxima. Tal es así que el efecto de la capacidad aeróbica sobre el riesgo de mortalidad es únicamente inferior al observado en el caso del tabaco”.
Por todo ello, concluyen los autores, “hace ya muchos años que nos pusimos en marcha para reducir el tabaquismo. Nuestro próximo reto será mantenernos físicamente activos para, así, reducir el sedentarismo”.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘European Journal of Preventive Cardiology’?