Un nuevo estudio del Grupo Español de Cirugía Torácica Videoasistida (Gevats) ha revelado avances significativos en el tratamiento postoperatorio de pacientes con cáncer de pulmón resecado, abriendo el camino hacia la personalización del seguimiento oncológico. La investigación, publicada en el Journal of Thoracic Disease (JTD), demuestra que la vigilancia radiológica de alta frecuencia sólo mejora la supervivencia en determinados perfiles de pacientes, mientras que la mayoría podría beneficiarse de una menor frecuencia en los controles, lo que implicaría una reducción de los recursos empleados por el Sistema Nacional de Salud (SNS), así como menores dosis de radiación para los pacientes.
El estudio, de carácter multicéntrico y prospectivo, incluyó a 1.916 pacientes sometidos a resección pulmonar anatómica entre diciembre de 2016 y marzo de 2018, pertenecientes a la base de datos del Gevats, grupo de trabajo de la Sociedad Española de Cirugía Torácica (SECT). Los pacientes fueron divididos en dos grupos según la frecuencia de seguimiento radiológico: un grupo de alta frecuencia y otro de baja frecuencia. El objetivo principal fue evaluar si existían diferencias significativas en los resultados oncológicos, especialmente en términos de supervivencia y recaídas, en función de la frecuencia de los controles.
Aunque no se observaron diferencias sustanciales en el intervalo libre de enfermedad y otros indicadores generales, sí se hallaron mejoras en la supervivencia específica del cáncer y la supervivencia global en pacientes seleccionados. En particular, aquellos con carcinoma de células escamosas o que recibieron terapias adyuvantes experimentaron mejores resultados cuando se les realizó un seguimiento de alta frecuencia.
Contexto y objetivos del estudio
El cáncer de pulmón sigue siendo una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial, y aunque los avances en cirugía y tratamientos adyuvantes han mejorado los resultados oncológicos, persiste la incógnita sobre la frecuencia óptima de seguimiento radiológico en los pacientes operados. Actualmente, las recomendaciones sobre este tipo de control se basan en evidencia científica limitada y en consensos de expertos, sin tomar en cuenta las características individuales de los pacientes. Ante esta situación, el equipo del Gevats, liderado por los doctores Álvaro Fuentes Martín y Ángel Cilleruelo, decidió investigar si una vigilancia personalizada podía mejorar la supervivencia y optimizar los recursos sanitarios.
Fuentes Martín señala: «Nuestros hallazgos indican que la mayoría de los pacientes no obtienen beneficios significativos de un seguimiento radiológico tan intensivo. Esto sugiere que podríamos reducir la frecuencia de las tomografías computarizadas realizadas durante los primeros años sin comprometer los resultados oncológicos en estos pacientes». Este enfoque, añade, permitiría personalizar los cuidados, lo que mejoraría la calidad de vida de los pacientes y reduciría la exposición a radiación innecesaria y los posibles efectos adversos de las pruebas repetitivas.
Hacia un seguimiento personalizado
Uno de los aportes más innovadores de este estudio es su llamada a la personalización del seguimiento oncológico. Hasta la fecha, las pautas de control postoperatorio se han aplicado de manera generalizada, sin tener en cuenta el perfil de riesgo individual de cada paciente. Sin embargo, este estudio sugiere que ajustar la frecuencia del seguimiento radiológico en función de factores como el tipo histológico del tumor, la administración de terapias adyuvantes y el estadio de la enfermedad podría optimizar los resultados clínicos.
Cilleruelo subraya la importancia de este enfoque personalizado: «Nuestro objetivo no es debilitar el seguimiento oncológico en la mayoría de los pacientes operados de cáncer de pulmón, sino, por el contrario, emitir una recomendación sobre la necesidad de evaluar individualmente la frecuencia del control radiológico, ajustándola al perfil de riesgo de cada paciente».
Además de los beneficios clínicos, la investigación también tiene importantes implicaciones económicas para el SNS. Reducir el número de TAC durante el seguimiento de los pacientes que no necesitan una vigilancia tan frecuente podría liberar recursos que podrían destinarse a otras áreas críticas del sistema de salud.