Más de un mes pasó desde que operaron a Martina hasta que definitivamente le retiraron los vendajes. Hasta entonces, de forma periódica, acudíamos a la consulta de traumatología a realizar curas y a ver que tal evolucionaba.
Generalmente, y según nos aproximábamos al hospital, nuestra pequeña, harta ya de que le trastearan la mano, empezaba a ponerse muy nerviosa. El momento de las curas se convertía en un difícil trance…, no paraba de moverse, el llanto era constante y se aferraba a cualquiera como un pulpo a una roca.
Llegó el día de la última cura y supuso un gran alivio. Su mano aún presentaba una inflamación importante y suturas por distintos sitios. Este aspecto con el paso de los días fue mejorando y la mejora fue mucho mayor cuando le retiraron varios puntos que no caian. (más…)