Bajo el lema ‘Un buen control es nuestro mejor salvavidas’, hoy viernes, 18 de noviembre, se celebra el Día Nacional del Paciente Anticoagulado, una efeméride impulsada por la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN), miembro de Somos Pacientes, con el objetivo de concienciar sobre la necesidad de que los profesionales sanitarios, las administraciones y los propios afectados colaboren para mejorar el control, y con ello la calidad de vida, del millón de pacientes anticoagulados españoles.
Como recuerda la FEASAN, “los anticoagulantes son medicamentos que evitan que se formen trombos en el interior de los vasos sanguíneos retrasando el tiempo de coagulación de la sangre. Así, el tratamiento anticoagulante es un tratamiento salvavidas, ya que nos protege de las posibles consecuencias de sufrir un ictus o trombosis: la discapacidad y la muerte”.
Entre otros, los pacientes con fibrilación auricular, los portadores de válvulas cardíacas, las personas que han sufrido una trombosis venosa o embolia pulmonar o las que sufren el síndrome antifosfolípido (SAF) son candidatos a tomar anticoagulantes para evitar sufrir un ictus o una trombosis.
Sin embargo, aún a día de hoy, hasta un 48% de los pacientes en tratamiento con inhibidores de la vitamina K (AVK) se encuentran mal controlados. Y a ello se suma que el 33% de aquellos a los que se prescriben anticoagulantes de acción directa (ACOD) acaban abandonando el tratamiento durante el primer año. El resultado es que más de la mitad del millón de personas anticoaguladas que conviven en nuestro país no están bien controladas, una situación que puede conllevar la presentación de complicaciones muy graves.
De hecho se estima que el mal control se asocia a un incremento del 67% de los casos de ictus isquémicos, de un 35% de las hemorragias graves y de un 77% de las muertes en pacientes anticoagulados. Y como como consecuencia de este mal control, cada año se producen en España 5.577 ictus, 8.966 hemorragias graves y 32.082 fallacimientos.
Como recuerda la FEASAN, “para que nos protejan como es debido, los anticoagulantes requieren una atención y seguimiento especial. Un control inadecuado limitará su efecto ‘salvavidas’. Por establecer un símil, estar bien controlado sería como disponer de un chaleco salvavidas en el momento de un naufragio”.
Por todo ello, la Federación solicita a los pacientes su implicación en el buen control de su tratamiento anticoagulante, requiriendo que su INR se encuentre en el rango que le corresponde en, cuando menos, el 60% de sus controles; y recordando a sus médicos la necesidad de que realicen un control de su función renal al menos una vez al año.
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Obstáculos en el tratamiento
Por otra parte, Rafael Martínez, presidente de la FEASAN, se lamenta del «abandono de los pacientes por las administraciones sanitarias» y alerta de que «desde 2016 no se han actualizado los criterios del informe de posicionamiento terapéutico (IPT) de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que siguen dejando en segunda línea los ACOD, unos medicamentos que, según las guías de práctica clínica, deberían ser la primera opción por su seguridad y eficacia».
Es más; el buen manejo del paciente anticoagulado está condicionado por la barrera burocrática que supone que la dispensación de ACOD se encuentre sujeta a visado en todas las comunidades. Como apunta Martínez, «los médicos que prescriben un ACOD deben poder hacerlo de forma ágil».
Según concluyen el Manifiesto para el buen control del paciente anticoagulado, publicado en 2020, y el Atlas del mal control de la anticoagulación con vitamina K en pacientes con fibrilación auricular no valvular en España, publicado en 2021, un buen control ahorraría al Sistema Nacional de Salud cerca de 169.000 millones de euros. En definitiva, concluye la FEASAN, “si no es por los resultados en salud, al menos que mejoren el control por la eficiencia del sistema público”.
– A día de hoy, 42 asociaciones de pacientes dedicadas a las enfermedades cardio y cerebrovasculares son ya miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?