El 54,2% de los pacientes crónicos considera insatisfactoria la atención sanitaria recibida durante el último cuatrimestre de 2020, porcentaje que prácticamente duplica el alcanzado durante la primera ola de la pandemia (28,1%). En consecuencia, los casos de pacientes que percibieron su salud general como ‘regular’ (27,5%) o ‘mala’ (17,1%) también se vieron duplicados, siendo esta percepción negativa más acusada en el caso de las mujeres. Así lo muestran los resultados de la segunda fase del ‘Estudio del impacto de la COVID-19 en las personas con enfermedad crónica’, realizado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) con la participación de 388 pacientes crónicos.
Como explica Carina Escobar, presidenta de la POP, “somos conscientes de que es una crisis sin precedentes, y al inicio de la misma podíamos comprender ciertos desajustes en el sistema. Pero nueve meses después seguíamos viendo cómo todavía no se habían alcanzado los niveles de atención prepandemia, y las necesidades de los pacientes, desatendidos durante tanto tiempo, se vieron cada vez más acuciadas”.
Medidas más contundentes
Tras una primera fase –29 de abril-21 de junio– para evaluar el impacto de la primera ola de la pandemia en los pacientes con enfermedad crónica, la POP ha llevado a cabo esta segunda fase del estudio –3 de septiembre-22 de diciembre– para analizar la situación de la atención sanitaria en la segunda ola y así concretar propuestas para su mejora.
Una segunda fase del estudio en la que, entre otros resultados, se muestra que el 25,2% de los pacientes encontró dificultades para conseguir su tratamiento farmacológico y que hasta un 19% –frente a un 10% en la primera fase– solicitó el aplazamiento de sus pruebas o intervenciones por miedo al contagio.
Por su parte, los resultados también muestran cómo el seguimiento del estado de salud y/o anímico por los diferentes niveles asistenciales ha evolucionado de forma positiva y el 40% de los pacientes ha recibido seguimiento por atención primaria, el 29,4% por la atención hospitalaria, y el 14,9% por las asociaciones de pacientes –el triple que en la primera fase.
Como refiere María Gálvez, directora de la POP, “estos datos son claros ejemplos de las dificultades que los pacientes con alguna patología han sufrido durante los últimos meses. El Sistema Nacional de Salud (SNS) ha ido adoptando ciertas medidas puntuales en diferentes comunidades autónomas, pero estas requieren de una equidad y permanencia que proporcione no solo continuidad en la asistencia , sino que esta sea segura para los pacientes que lo necesiten”.
Perspectivas pesimistas
La segunda fase del estudio confirma el gran impacto de la pandemia sobre la situación laboral y económica de los pacientes crónicos. Además, la opción del teletrabajo disminuyó significativamente durante la segunda ola, pasando del 63,6% a un 18,9%, lo que supone que, una vez finalizada la etapa de confinamiento domiciliario, uno de cada dos participantes haya tenido que asistir a su puesto físico de trabajo a pesar de ser población de riesgo.
En este contexto, recuerda Carina Escobar, “cabe destacar que solo el 28,2% de los encuestados tiene reconocido legalmente un grado de discapacidad, por lo que hay muchas personas con una enfermedad que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, invisibles porque no tienen reconocida una prestación social, ni reconocida su situación de vulnerabilidad y riesgo social”.
Finalmente, los resultados muestran una mejoría en el estado emocional de los pacientes tras la finalización del primer estado de alarma. Una mejoría que se ha traducido en una menor dificultad para dormir, un gradiente menor de irritabilidad o de sentimiento de tristeza/infelicidad. Sin embargo, la percepción de soledad aumentó un 13% y, tras todo lo ocurrido por la pandemia, el 44,0% de los encuestados se siente pesimista de cara al futuro.
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