El uso indiscriminado de los antibióticos puede favorecer el desarrollo de bacterias resistentes. Y es que, como ha recordado la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) con motivo de la celebración del Día Europeo para el Uso Prudente de Antibióticos, «el mal consumo de los antibióticos compromete gravemente la eficacia del tratamiento de las infecciones producidas por bacterias resistentes, lo que retrasa y dificulta la curación del paciente».
Es el caso, por ejemplo, de las infecciones respiratorias, en un 90% de los casos causadas por virus pero generalmente tratadas por la población con antibióticos. Como explica el doctor Josep María Cots, coordinador del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC), “los españoles funcionamos con el famoso triángulo: fiebre equivale a infección y ésta se trata con antibióticos. Y esto no es así”.
Siempre bajo prescripción médica
Según muestran los datos la red de vigilancia europea EARS-Net del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), España es uno de los países europeos con mayores tasas de resistencias a distintos antibióticos. Y como recuerda el doctor Jesús Oteo, miembro de la SEIMC, “el autoconsumo, principalmente el consumo sin receta médica y la utilización de antibióticos sobrantes de tratamientos previos, son causas importantes de la aparición de resistencias”.
Por ello, “los pacientes tienen que saber que nunca deben tomar un antibiótico si éste no ha sido prescrito por un médico”, advierte el doctor Cots.
Así, como concluye el doctor Oteo, “el uso prudente de los antibióticos, es decir tomar los antibióticos sólo cuando sean necesarios (para el tratamiento de infecciones bacterianas y no para infecciones producidas por virus), en su correcta dosis y duración, puede contribuir a detener el desarrollo de bacterias resistentes y ayudar a que los antibióticos sigan siendo eficaces en el futuro”.
Sobrecoste de 1.500 millones
La aparición de resistencia no solo conlleva un peor pronóstico para los pacientes. También tiene importantes repercusiones económicas. De hecho, y según explica la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), «las complicaciones que provocan las resistencias generan en Europa sobrecoste sanitario cercano a los 1.500 millones de euros anuales».
Y es que como consecuencia de su uso inadecuado y la consecuente aparición de resistencias, “lo que podía parecer el arma definitiva contra las infecciones bacterianas comienza a dar pruebas de una preocupante y creciente ineficacia”, lamenta el doctor Fernando Gordo, secretario de SEMICYUC.