La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha incidido en la importancia de “utilizar los antibióticos de una forma responsable y adecuada, siguiendo rigurosamente la prescripción médica, para así impedir que dejen de tener eficacia”. Y es que, como recuerda la Sociedad, España sigue siendo en la actualidad uno de los países europeos con un mayor consumo de antibióticos por habitante y mayores problemas de resistencias a estos fármacos.

La resistencia de las bacterias a los antibióticos constituye un problema de salud pública. No en vano, pone en riesgo a aquellos pacientes que, ya sea en el presente o en el futuro, requieren de tratamiento con antibióticos en situaciones críticas para su salud.

Así, como destaca la SEIMC, “se deben tomar las dosis recomendadas, a las horas indicadas y durante los días establecidos por el médico; de no ser así, se corre el riesgo de favorecer la aparición y el aumento de las resistencias». «El uso prudente de los antibióticos puede contribuir a detener el desarrollo de bacterias resistentes y ayudar a que este tipo de medicamentos sigan siendo eficaces para las generaciones venideras”, añaden.

En este contexto, debe tenerse en cuenta que, según los datos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), la disponibilidad actual de nuevos antibióticos para tratar bacterias multirresistentes es muy escasa.

Mayor toxicidad

Los dos grandes pilares del control de las resistencias son el uso prudente de los antibióticos –es decir, administrarlos solo cuando son necesarios, y no en infecciones virales como resfriados, catarros y gripes-; y las medidas de control de la infección, caso del lavado de manos.

Y es que el uso incorrecto de los antibióticos no solo general el problema de la aparición de resistencias, sino que también “agrava los costes sanitarios y puede incrementar su toxicidad, sobre todo en pacientes con más factores de morbilidad y mortalidad”, recuerda la SEIMC.

En palabras del doctor Rafael Cantón Moreno, vocal de la SEIMC, “una vez que las bacterias son resistentes, el tratamiento de las infecciones causadas por éstas plantea un reto: los antibióticos que se utilizan habitualmente ya no son eficaces y los médicos tienen que elegir otros distintos; con frecuencia, los únicos antibióticos que se pueden utilizar en estos casos son antibióticos antiguos que se desarrollaron hace décadas y cuyo uso se limitó debido a los efectos secundarios”.