El sistema de copago farmacéutico implantado por el Gobierno el pasado mes de julio ha provocado, entre otras consecuencias, que hasta un 16,8% de los pensionistas haya tenido que renunciar a alguno de los medicamentos prescritos por su médico. Así lo muestra el informe ‘Las repercusiones del copago sobre la utilización de medicamentos por los pensionistas’, elaborado por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP).
El informe, desarrollado a partir de 992 encuestas realizadas a pensionistas en distintos centros de salud de la Comunidad de Madrid entre los meses de noviembre y diciembre, también concluye que el 58,29% de aquellos que consumían alguno de los 400 medicamentos desfinanciados en septiembre por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se ha visto obligado a dejar de consumirlo.
Para Marcelino Sánchez Bayle, portavoz de la FADSP, «los datos son los esperables; no se puede hablar de que se ha reducido realmente el gasto farmacéutico, lo que ha pasado es que éste se ha trasladado a los bolsillos de los pensionistas».
De 0 a 11,8 euros mensuales
Es más; el copago farmacéutico entre los pensionistas –esto es, el pago del 10%, si bien con límites de 8 a 18 euros mensuales en función de la renta, por la compra de unos fármacos que hasta entonces les resultaban gratuitos– no afecta a todos los usuarios por igual. De hecho, la renuncia a alguno de los medicamentos prescritos «es más habitual en las personas con menos recursos económicos», denuncia la FADSP. Y es que la inversión promedio en medicamentos de un pensionista ha pasado de cero a 11,8 euros mensuales.
Tal es así que, según el informe, el 27,29% de los pensionistas cuya renta por persona de la unidad familiar era inferior a 400 euros renuncia a sus medicinas para no tener que pagarlas.
Aún peor en el futuro
Ante esta situación, la FADSP ha alertado de la posibilidad de que el porcentaje de pacientes que renuncian a sus medicinas aumente en los próximos meses con la entrada de los nuevos copagos, caso de los del transporte sanitario no urgente, las prótesis o los productos dietoterápicos. Nuevos copagos que «harán que muchos ciudadanos tengan que elegir entre pagar una cosa u otra», advierte Sánchez Bayle.
En definitiva, el copago farmacéutico «provocará efectos en la salud de los pensionistas a largo plazo, ya que la suspensión de los tratamientos prescritos producirá un empeoramiento de las enfermedades de base, una descompensación de las mismas e, incluso, un aumento de la mortalidad», concluye Sánchez Bayle.