La exposición a largo plazo a la contaminación atmosférica conlleva un incremento del riesgo de endurecimiento de las arterias –esto es, de la aterosclerosis– y, por ende, un mayor riesgo de enfermedades y episodios cardiovasculares –como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular–. Así lo muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) y publicado en la revista PLoS Medicine.
En palabras de la doctora Sara Adar, directora de la investigación, “nuestros descubrimientos nos ayudan a entender cómo la exposición a la contaminación del aire puede provocar el aumento de los infartos de miocardio y los ictus observados en otros estudios”.
Engrosamiento de las arterias
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron el efecto de la contaminación atmosférica sobre los vasos sanguíneos de 5.362 adultos con edades comprendidas entre los 45 y 84 años que, sin diagnóstico de enfermedad vascular y residentes en seis áreas metropolitanas de Estados Unidos, participan en el Estudio Multiétnico de Aterosclerosis y la Contaminación del Aire (Air MESA). Concretamente, los autores emplearon técnicas de ultrasonidos para medir el grosor de la pared de los vasos de los participantes tanto en el momento de inicio del estudio como a los tres años de seguimiento.
Los resultados mostraron que las concentraciones más altas de contaminación atmosférica por partículas finas (PM 2,5) conllevaban un engrosamiento más rápido de las dos capas internas de la arteria carótida –el vaso sanguíneo que proporciona sangre al cerebro.
De hecho, y una vez descartados otros factores de riesgo como el tabaquismo, los resultados muestran un engrosamiento promedio de 14 micras anuales de la pared de la arteria carótida.
Sin embargo, el engrosamiento es más rápido cuanto mayor es el nivel de contaminación atmosférica en el área de residencia, hasta el punto de que “las personas que viven en una zona más contaminada de la ciudad pueden tener un riesgo un 2% mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que aquellas que residen una zona menos contaminada de la misma área metropolitana”, destaca la doctora Adar.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘PLoS Medicine’?
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