La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) ha solicitado que la obesidad sea declarada oficialmente una enfermedad. Y es que, como explica su presidente, Felipe F. Casanueva, “reconocer la obesidad como una enfermedad ayudará a modificar la praxis clínica, a incrementar el nivel de compromiso de los médicos con esta afección y a potenciar la inversión económica y científica para mejorar la prevención y tratamiento de la que es ya la epidemia del siglo XXI”.
La obesidad ya ha sido oficialmente declarada enfermedad en Estados Unidos. Una medida que, en opinión de la SEEDO, debería adoptarse también en los países europeos con altas cifras de sobrepeso, caso de España. No en vano, y según muestran los datos del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España-ENRICA (2009-2011), el 62% de la población de nuestro país padece exceso de peso –sobrepeso (39%) y obesidad (23%).
Priorizar las enfermedades crónicas
Asimismo, la SEEDO también ha recordado la necesidad de que las enfermedades crónicas –entre ellas la obesidad– constituyan una prioridad dentro de los presupuestos públicos para el sistema sanitario. Y es que, aduce la Sociedad, “tan sólo así se logrará que las personas que padecen exceso de peso puedan acceder a un tratamiento y evitar que desarrollen comorbilidades que les harán dependientes del sistema sanitario”.
Como resalta el doctor Casanueva, “la atención de una persona con obesidad llega a ser hasta tres veces más costosa que la de otra con peso correcto; si a eso le sumamos el alto porcentaje de población de la tercera edad con sobrepeso y el crecimiento de obesidad infantil, tenemos cifras alarmantes que ponen en riesgo la sostenibilidad de la sanidad de nuestro país porque no hay sistema que pueda soportar mucho tiempo esta situación”.
Prevenir desde los centros de salud
En este contexto, la SEEDO destaca el papel de la Atención Primaria como “una de las armas más efectivas para combatir la obesidad desde la prevención”, razón por la que solicita mayores recursos, tanto técnicos como humanos, para los centros de salud.
“El objetivo es lograr un alto nivel de empatía con el paciente. El médico siempre tiene que ser percibido como un aliado para que sus recomendaciones surtan efecto. Aunque esto no siempre sucede así. Cuando un paciente no se siente comprendido o apoyado por su médico, no acostumbra a seguir sus consejos ni de hábitos de vida saludables ni de pérdida de peso”, concluye el doctor Casanueva.