Como explica el doctor Thomas A. Wills, director del estudio, “nuestra investigación sugiere que podría ser beneficioso restringir el acceso a los e-cigarrillos a la población adolescente. Y es que los resultados muestran que los adolescentes que usan estos productos tienen una mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de tabaco”.
Falta de eficacia
En el estudio, un total de 2.338 adolescentes estadounidenses con una edad promedio inferior a los 15 años fueron preguntados sobre sus hábitos ‘vapeadores’ o ‘fumadores’ en dos períodos de tiempo separados por 12 meses. El 98% de los participantes afirmó conocer estos productos, y hasta un 31% de los mismos reconoció ya haberlos probado antes de iniciarse el estudio –y un 38% a su finalización.
Los resultados mostraron que, frente a aquellos que nunca ‘vapeaban’, los adolescentes que habían utilizado los cigarrillos electrónicos tenían una probabilidad hasta tres veces mayor de haber acabado probando el tabaco.
Es más; el nivel de adicción al ‘vapeo’ también se asoció directamente con la frecuencia de consumo de tabaco. Y es que mientras el uso, a cualquier nivel, de los e-cigarrillos en el inicio del estudio supuso que los participantes hubieran fumado tabaco de 2 a 4 veces durante los 12 meses posteriores, aquellos adolescentes que en principio hicieron un amplio uso de estos productos acabaron convirtiéndose en fumadores habituales e, incluso, diarios.
Finalmente, los resultados mostraron que los adolescentes ya fumadores no redujeron su consumo de tabaco gracias a los e-cigarrillos.
En definitiva, concluyen los investigadores, “nuestros hallazgos muestran que el uso de los e-cigarrillos por los adolescentes no está exento de un coste para la salud. Así, nuestros resultados deben ser tenidos en cuenta en las discusiones políticas sobre la disponibilidad de los e-cigarrillos para la población adolescente”.
– ¿Quieres leer (en inglés) el estudio publicado en ‘Tobacco Control’?