Durante la pandemia, el 69% de los pacientes españoles sufrió la cancelación de las consultas que tenía programadas y un 41,4% vio cómo su rehabilitación se veía aplazada o, incluso, suspendida, con las consiguientes consecuencias sobre su estado de salud. Así lo muestran los resultados del Estudio del Impacto de la COVID-19 en las personas con enfermedad crónica’ elaborado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), que ante la gravedad de la situación ha puesto en marcha la campaña ‘Vidas Aplazadas’ para denunciar el impacto de la pandemia en los pacientes crónicos y reclamar la inclusión de sus necesidades en las agendas política y social.

Como informa Carina Escobar, presidenta de la Plataforma, “con esta iniciativa queremos poner de manifiesto que las vidas de miles de personas se han visto postergadas por la crisis sanitaria y que es necesario que se retome y agilice la atención a las personas con enfermedad crónica o a la espera de un diagnóstico”. No en vano, “la interrupción y el retraso de la atención a los pacientes crónicos afecta a su bienestar y no les permite continuar con su día a día. En definitiva, aplaza sus vidas, por lo que se hace necesario que se tomen medidas que eviten más demoras en la asistencia sanitaria”.

Mucho por hacer

Entre otros resultados, el estudio muestra que las restricciones de acceso a los centros de atención primaria y la cancelación y retraso de muchos de los tratamientos y terapias han agravado las condiciones de salud de las personas que ya convivían con una enfermedad. De hecho, y desde la irrupción de la pandemia, el 42,8% de los pacientes ha experimentado un agravamiento de sus enfermedades y el 11,7% ha presentado nuevos síntomas.

Es más; el tiempo medio transcurrido desde la consulta con el médico hasta la realización de pruebas diagnósticas se estableció en 62 días, con un valor máximo de 480 días. Y a ello se suma el incremento del proceso de aislamiento social que sufren numerosos pacientes, especialmente las personas mayores: el 57% de los pacientes crónicos manifiesta haber sentido mucha ansiedad o miedo frente al 18% de la población general; y el 58% declara sentirse muy triste o deprimido, frente al 22% de la población.

Una prioridad

En definitiva, estos datos constituyen un “claro ejemplo de que la atención de las personas con enfermedades crónicas debe ser una prioridad”, subraya la POP, que a través de esta campaña busca la empatía de la población y que el espectador se ponga en la piel de quienes viven esta situación cada día. Y es que, desafortunadamente, aún queda mucho por hacer para recuperar la atención anterior a la pandemia.

Como concluye Escobar, “es un hecho que, desde el inicio de la pandemia hasta la actualidad, casi la mitad de los pacientes han experimentado un cambio negativo en su salud. Por ello demandamos retomar la atención primaria y hospitalaria para evitar que haya más vidas ‘en espera’ como consecuencia de las demoras y ralentización de la asistencia. Y también urge eliminar las trabas administrativas y acceso al sistema sanitario, así como que se doten de los recursos necesarios para garantizar el acceso a los tratamientos, teniendo en cuenta las limitaciones de movilidad y el contexto social de las personas con enfermedad crónica”.