Los pacientes con asma y sus médicos tienen una percepción notablemente diferente sobre el impacto de la enfermedad en la vida cotidiana de los afectados. De hecho, el 62,8% de los pacientes y sus médicos no coinciden a la hora de apreciar una mejoría de los síntomas, y el 64,1% difieren a la hora de percibir una reducción de la frecuencia de las exacerbaciones. Así lo muestran los resultados del estudio VISA, trabajo realizado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) a partir de las encuestas realizadas a 1.160 pacientes y 300 neumólogos.
El estudio también muestra cómo el 53,6% de los pacientes tiene bien controlada su enfermedad. Pero, con independencia de que se logre o no un buen control, la percepción sobre el impacto del asma en la vida diaria del afectado difiere en hasta un 57% de los casos. Y es que los médicos consideran que, cuando menos en un 26% de las situaciones, los pacientes atribuyen a la enfermedad un impacto mayor que el que tiene en la realidad.
En este contexto, debe tenerse en cuenta que la concordancia entre la visión que un paciente tiene de su enfermedad y su tratamiento y la de su médico juega un papel relevante en la evolución de la misma. Por ello, como explica el doctor Vicente Plaza, director del Programa de Investigación en Asma de la SEPAR, “es importante conocer por parte del paciente los riesgos que comporta el asma y los beneficios del tratamiento. Y al mismo tiempo, el médico debe conocer las expectativas y temores del paciente para, así, poder ayudarle”.
A peor control, mayor discrepancia
La discrepancia, lógicamente, es mayor, de hasta un 73,1%, en los casos en los que el asma no se encuentra controlada –el porcentaje de desavenencia es de un 29% cuando la enfermedad se encuentra bajo control–. Además, y si bien los afectados y sus facultativos coincidieron en el grado de satisfacción con el tratamiento en el 56% de los casos, el 21% de los médicos consideró que dicha satisfacción por los pacientes era mayor de lo realmente asumible.
El resultado es que los pacientes y sus médicos discrepan a la hora de valorar el impacto global de la enfermedad sobre la calidad de vida en un 61,5% de las ocasiones.
Como refiere el doctor Plaza, “la escasa concordancia debería ser considerada en los programas de educación de asma administrados a los pacientes con asma insuficientemente controlada e incluir estrategias específicas para mejorarla; al mismo tiempo, los profesionales sanitarios deberían considerar la perspectiva de sus pacientes para la identificación de objetivos terapéuticos concretos, individualizados y alcanzables”.
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