Si bien hasta un 42,8% de los pacientes crónicos han experimentado un empeoramiento de su salud o la aparición de nuevos síntomas desde el inicio de la pandemia, únicamente el 6,7% ha recibido atención en el momento en el que la ha requerido. De hecho, el tiempo medio transcurrido desde que los pacientes comunicaron la necesidad de una revisión por el empeoramiento hasta que recibieron atención se eleva a 48 días. Así lo muestran los resultados de la tercera fase del estudio ‘Impacto de la COVID-19 en las personas con enfermedad crónica’, llevado a cabo por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) con la participación de 473 pacientes crónicos.

Como denuncia Carina Escobar, presidenta de la POP, “los datos de este estudio muestran que existe un grave problema de continuidad asistencial que el Sistema Nacional de Salud (SNS) no ha sabido solucionar en un año y medio de pandemia. Se necesita con urgencia una respuesta conjunta de todos los agentes implicados en la prevención y atención de la cronicidad para abordar esta situación y tomar medidas para frenar y revertir la desprotección de los pacientes, que siguen viendo como su salud empeora en esta quinta ola de contagios”.

Retrasos y cancelaciones

En esta tercera fase el estudio ha revelado que aún no se ha dado solución a la complicada situación que habían atravesado los pacientes con motivo de los retrasos y cancelaciones de consultas y terapias durante las primeras olas de la pandemia. Concretamente, y entre otros resultados, muestra una demora media de dos meses en la realización de pruebas diagnósticas y un retraso promedio de 117 días entre el inicio del empeoramiento del estado de salud y la comunicación del nuevo diagnóstico.

Asimismo, el 50,6% de los pacientes crónicos han tenido que afrontar diferentes problemáticas y situaciones para poder conseguir el tratamiento comunitario durante el presente año; únicamente un 31,5% –frente a un 53,3% en la segunda fase del estudio, cuyos resultados fueron presentados en enero– ha podido continuar con sus tratamientos en los centros ambulatorios y hospitalarios con normalidad; y solo el 14,7% han tenido una consulta presencial en los últimos dos meses.

En consecuencia, hasta un 57,1% de los encuestados se manifiesta ‘muy insatisfecho’ con la atención sanitaria recibida durante 2021, siendo este porcentaje hasta tres puntos superior al alcanzado el pasado mes de enero; la media con la que los pacientes crónicos valoran su estado de salud general es de solo 57,12 sobre 100 puntos; y hasta un 75% asegura presentar cierto grado de ansiedad y depresión tras la pandemia.

Revertir la situación

Con objeto de revertir esta situación, y entre otras medidas, los expertos consideran necesario que se priorice a las personas con enfermedad crónica en las políticas y estrategias de salud pública, dado que se debe apostar más por la prevención como palanca de cambio de un nuevo modelo de atención del SNS que tenga en cuenta la especial vulnerabilidad del colectivo; que se tenga en cuenta la participación de las asociaciones de pacientes; y que se garantice el acceso a los tratamientos, eliminando las trabas administrativas –entre otras, caducidad de la receta y visados–, dotando de los recursos necesarios al sistema y siempre teniendo en cuenta las limitaciones de movilidad y el contexto social de las personas con enfermedad crónica.

Asimismo, concluye la POP, “también se debe reorganizar e invertir en atención primaria y comunitaria, ya que si la primaria se satura, el sistema se colapsa; y definir un nuevo modelo que combine la presencialidad con la atención telemática, que recoja y comparta datos para disponer de información a la hora de tomar decisiones sobre la salud de los pacientes y que atienda también las necesidades emocionales y la salud mental”.

Para consultar los resultados del estudio clica aquí.