El insomnio es una afección que afecta al ocho por ciento de la población y su impacto en la vida diaria es significativo. A pesar de su prevalencia, un dato preocupante destaca en su tratamiento: el 40 por ciento de los pacientes que recurren a fármacos para combatirlo lo hacen sin consultar a un especialista. Esta situación, alertan los psiquiatras Cristóbal Pavón y Julia Vendrell, puede derivar en problemas graves, como la dependencia a ciertos hipnóticos y la alteración de la arquitectura del sueño. En este contexto, los expertos han destacado la aparición de nuevas alternativas terapéuticas que podrían revolucionar el abordaje de este trastorno.

Durante un taller monográfico sobre el sueño, celebrado en el marco del XXXIII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría en Vitoria-Gasteiz, los doctores Pavón y Vendrell han analizado la relación entre la calidad del sueño y la salud mental. Ambos expertos han subrayado que muchas personas no son conscientes de la gravedad de su problema hasta que este empieza a impactar en su rutina diaria.

Los psiquiatras han detallado que el tratamiento más habitual para combatir el insomnio es la farmacoterapia, con el uso de benzodiacepinas como principal recurso. Si bien estos fármacos son eficaces en episodios puntuales de insomnio, su uso prolongado conlleva riesgos, como la alteración de la estructura del sueño, el desarrollo de tolerancia y la generación de dependencia. En este sentido, han enfatizado que su administración no debería prolongarse más de tres meses consecutivos. Junto a las benzodiacepinas, existen otros hipnóticos no benzodiacepínicos, conocidos como «fármacos Z», que tienen un efecto hipnótico similar, pero sin efecto ansiolítico. Además, en algunos casos se prescriben antidepresivos, antipsicóticos y antihistamínicos para tratar alteraciones del sueño, aunque estos no cuentan con indicación específica para el insomnio, lo que los convierte en opciones menos recomendables.

Uno de los problemas fundamentales es el acceso sin control médico a estos fármacos, ya que casi la mitad de los pacientes que los consumen no han consultado con un especialista. Este hecho agrava la situación, ya que el abuso y la automedicación pueden llevar a una cronificación del trastorno y a la aparición de efectos secundarios perjudiciales.

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Impacto del insomnio en la vida diaria

El insomnio no solo afecta la concentración y la memoria, sino que también incrementa los niveles de ansiedad y estrés, lo que puede desencadenar otras patologías psicológicas. Además, su prolongación en el tiempo incrementa el riesgo de accidentes laborales y de tráfico, aumenta el absentismo y reduce el rendimiento en el trabajo. En el ámbito físico, la privación de sueño también está vinculada a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Las personas mayores son especialmente vulnerables a este trastorno. Con el envejecimiento, la duración del sueño nocturno disminuye, los despertares nocturnos se vuelven más frecuentes y la capacidad de recuperación del sueño tras periodos de privación se reduce considerablemente. Esto hace que los adultos mayores presenten más dificultades para mantener una buena higiene del sueño y se vean más expuestos a las consecuencias negativas del insomnio.

El diagnóstico del insomnio no es sencillo, ya que existen distintos tipos de alteraciones del sueño que deben ser identificadas correctamente para poder ofrecer un tratamiento adecuado. Entre los subtipos más comunes se encuentran el insomnio psicofisiológico, el insomnio idiopático, el insomnio paradójico y el insomnio comórbido con trastornos mentales o enfermedades médicas. Además, existen casos en los que el insomnio es consecuencia del consumo de fármacos o sustancias, lo que también requiere una atención específica.

Mejorar la higiene del sueño

Los especialistas han insistido en que, antes de recurrir a los fármacos, es fundamental mejorar la higiene del sueño. Algunas medidas clave incluyen:

  • Evitar el consumo de estimulantes como cafeína, nicotina y teína por la noche.
  • Reducir la exposición a dispositivos electrónicos antes de dormir.
  • Mantener horarios regulares para acostarse y levantarse.
  • Evitar siestas prolongadas durante el día.
  • No realizar actividad física intensa justo antes de dormir.
  • Crear un ambiente propicio para el descanso, con una habitación oscura, tranquila y con temperatura adecuada.

Existen casos en los que es necesario prescribir medicamentos. En este contexto, los psiquiatras han señalado que una de las principales novedades en el tratamiento del insomnio es el desarrollo de los antagonistas de los receptores de orexinas. A diferencia de los hipnóticos tradicionales, estos fármacos inducen el sueño sin alterar su estructura, no provocan depresión respiratoria ni debilidad muscular al despertar y, lo más importante, no generan tolerancia ni dependencia. Estos medicamentos han sido aprobados en Estados Unidos y en la Unión Europea para tratar el insomnio crónico, es decir, aquellos casos en los que el trastorno persiste más de tres meses y afecta considerablemente a la actividad diurna del paciente. Sin embargo, a pesar de su disponibilidad en España, actualmente no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, lo que puede limitar su acceso a los pacientes que podrían beneficiarse de ellos.