Bajo el lema ‘Cobertura sanitaria universal: para todos en todas partes’, este sábado, 7 de abril, se celebra el Día Mundial de la Salud, una efeméride impulsada desde el año 1950 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para celebrar la fecha de su institución –en 1948– y concienciar a la población sobre algún aspecto que, de una manera relevante, afecte a la salud colectiva. Así, en la presente edición, el tema del Día Mundial está dedicado a la cobertura sanitaria universal.
Como explica la OMS, “nuestra Organización se fundó sobre la base del principio de que todas las personas deberían poder hacer efectivo su derecho al grado máximo de salud que se pueda lograr. Por lo tanto, la ‘Salud para todos’ ha sido la visión que nos ha guiado a lo largo de más de siete decenios. Además, la experiencia nos ha demostrado, una y otra vez, que la cobertura sanitaria universal se logra cuando existe una firme determinación política. Así, y en el marco de este Día Mundial, pedimos a los líderes mundiales que se comprometan a adoptar medidas concretas para promover la salud de todas las personas”.
Cobertura sanitaria universal
La cobertura sanitaria universal consiste en asegurarse de que todas las personas puedan recibir servicios sanitarios de calidad, en el lugar y en el momento en que los necesiten, sin tener que pasar apuros económicos. Como incide la OMS, “en el contexto de la cobertura sanitaria universal, el término ‘universal’ significa ‘para todos’, sin discriminación y sin que nadie quede excluido. Todas las personas, en cualquier lugar del mundo, tienen derecho a beneficiarse de los servicios de salud que precisan sin verse sumidas en la pobreza cuando los utilizan”.
Así, la cobertura sanitara universal permite a todas las personas tener acceso a servicios que tratan las principales causas de morbilidad y mortalidad, y garantiza que la calidad de esos servicios sea lo suficientemente buena como para mejorar la salud de las personas que los reciben.
Sin embargo, como alerta la Organización, “actualmente, al menos la mitad de la población mundial no puede recibir servicios de salud esenciales. Cerca de 100 millones de personas se ven sumidas en la pobreza extrema y obligadas a sobrevivir con tan solo 1,5 euros o menos al día porque tienen que pagar los servicios de salud de su propio bolsillo. Además, más de 800 millones de personas, lo que supone casi el 12% de la población mundial, se gastan como mínimo el 10% del presupuesto familiar en gastos de salud para sí mismos, un hijo u otros familiares enfermos, incurriendo en lo que se ha denominado ‘gastos catastróficos’. El hecho de incurrir en gastos catastróficos para los cuidados médicos es un problema mundial”.
Derecho, no privilegio
El acceso a cuidados esenciales y de calidad y a la protección financiera no solo mejora la salud de las personas y su esperanza de vida, sino que también protege a los países de las epidemias, reduce la pobreza y el riesgo de padecer hambre, crea empleos, impulsa el crecimiento económico y promueve la igualdad de género.
Por tanto, los países que invierten en la cobertura sanitaria universal realizan una importante inversión en su capital humano. Además, la cobertura sanitaria universal ha surgido en los últimos decenios como una estrategia clave para avanzar hacia la consecución de otros objetivos relacionados con la salud y de desarrollo más amplios.
Sin embargo, y si bien algunos países ya han logrado importantes avances hacia la cobertura sanitaria universal, la mitad de la población mundial todavía no puede acceder a los servicios de salud que precisa. Como indica la OMS, “si los países quieren alcanzar la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 1.000 millones más de personas deberán beneficiarse de la cobertura sanitaria universal de aquí a 2023”.
Como concluye el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, “la cobertura sanitaria universal se basa en la convicción de que la salud es un derecho humano, no un privilegio. Me resulta escandaloso que las personas tengan que elegir entre comprar medicamentos y comprar comida. Es escandaloso que la enfermedad pueda sumir a una familia entera en la pobreza porque el sostén de la familia no puede trabajar. Es escandaloso que una madre pueda perder a su hijo recién nacido porque los servicios necesarios para salvarlo están demasiado lejos. No podemos aceptar un mundo como ese. No podemos. La buena noticia es que la cobertura sanitaria universal se puede lograr”.
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