Con el lema ‘Solidaridad mundial, responsabilidad compartida’, este martes, 1 de diciembre, se celebra la trigésima segunda edición del Día Mundial del Sida, una efeméride impulsada desde el año 1988 por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) –y desde 2005 por la organización Campaña Mundial contra el Sida (WAC)– con el propósito de sumar los esfuerzos mundiales en la lucha contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), apoyar a las personas que han contraído la infección y recordar a aquellos que, desgraciadamente, han perdido la vida a causa de la misma.
Como explica ONUSIDA, “en el año 2020, todos los ojos se han puesto sobre la pandemia de la COVID-19 y sobre cómo esta ha afectado a nuestra salud. Hemos corroborado de qué manera las pandemias hacen tambalear tanto nuestra existencia como nuestros medios de vida. La COVID-19 ha puesto sobre la mesa una vez más que la salud se interrelaciona directamente con otros problemas fundamentales y que, en tiempos de pandemia, nadie está a salvo hasta que todos estamos a salvo. Así, esta crisis también pretende llamar nuestra atención para que actuemos. Se nos presenta como una oportunidad para hacer las cosas de forma diferente: bien y juntos. En muchos aspectos, el poner fin al sida como amenaza de salud pública depende de cómo el mundo logre responder a la COVID-19”.
Aprovechando el momento
De acuerdo con los últimos datos comunicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a finales de 2019, año en el que fallecieron cerca de 690.000 personas por enfermedades relacionadas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) –para un total de 32,7 millones de decesos desde el inicio de la pandemia–, convivían en el planeta en torno a 38 millones de personas con VIH. Además, solo en 2019, en el que un 68% de los adultos y un 53% de los niños con la infección en países de ingresos bajos o medianos recibían tratamiento antirretroviral, se produjeron 1,7 millones de nuevas infecciones a nivel global.
La buena noticia es que ya en el mes de junio la cifra de personas en tratamiento antirretroviral ascendió a 26 millones, un 2,4% más de la registrada a finales de 2019 (25,4 millones). Sin embargo, como alerta la propia Organización, “el número de nuevas personas que han iniciado tratamiento está muy por debajo de lo esperado debido a la disminución de test de VIH y otras complicaciones derivadas de la COVID-19”.
De hecho, el informe ‘Aprovechando el momento’ de ONUSIDA, si bien destaca el progreso, aun desigual, en el acceso global a las terapias antirretrovirales, reconoce que los objetivos fijados para este 2020 no se han alcanzado. Es más; el documento alerta que los logros obtenidos en los últimos años podrían perderse en caso de que los países no dupliquen sus esfuerzos; y que la consecución de los objetivos podría retrasarse 10 o más años si la COVID-19 provoca graves interrupciones en los servicios para el VIH.
En palabras de Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, en su mensaje por el Día Mundial, “a la hora de responder a la tremenda COVID-19, el mundo no puede cometer los mismos errores que en su momento cometió al luchar contra el VIH. Por aquel entonces, millones de personas en países en vías de desarrollo murieron mientras aguardaban la llegada de algún tratamiento. Los problemas mundiales requieren una solidaridad mundial”.
No en vano, la COVID-19 ha impactado negativamente en la respuesta al sida y podría deteriorarla aún mucho más. Una interrupción completa de seis meses en el tratamiento del VIH podría causar más de 500.000 fallecimientos adicionales en el África subsahariana durante el próximo año, devolviendo a la región a los niveles de mortalidad por sida de 2008. Incluso una interrupción del 20% podría causar 110.000 defunciones adicionales.
Como indica el Grupo de Estudio de Sida (GESIDA) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), “uno de los ámbitos de la lucha contra el VIH que más puede notar los efectos de la pandemia de la COVID-19 es la prevención. En el caso de España, la anhelada implantación de la profilaxis previa a la exposición (PrEP) había comenzado a funcionar pero ha quedado como una cuestión secundaria o incluso paralizada a consecuencia del coronavirus”.
En este contexto, destaca Winnie Byanyima, “una vez más, los activistas del VIH y las comunidades afectadas han demostrado al mundo que son el gran pilar de la respuesta al VIH. Es precisamente esa fortaleza que reflejan las comunidades, inspiradas por la responsabilidad compartida de unas hacia otras, la que ha hecho posible en gran parte nuestra victoria frente al VIH. Y a medida que nos vamos despidiendo del año 2020, el mundo nos recuerda que nos encontramos en un punto peligroso y que los meses próximos tampoco serán fáciles. Únicamente la solidaridad mundial y la responsabilidad compartida nos ayudarán a erradicar la COVID-19, acabar con la epidemia del sida y garantizar el derecho a la salud para todos”.
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#YONOMEOLVIDO
En el caso de nuestro país, y de acuerdo con los datos del Ministerio de Sanidad, el pasado 2019 se registraron 2.698 nuevos diagnósticos de VIH, la gran mayoría en varones (85,8%). Por tanto, la tasa de nuevos diagnósticos se estableció en 5,94 casos por 100.000 habitantes, si bien como reconoce Sanidad, “se estima que la tasa para 2019 será de 7,46 por 100.000 habitantes cuando se haya completado la notificación de todos los diagnósticos realizados ese año”.
En total, desde el inicio de la pandemia en los inicios de los años 80, el número total de casos diagnosticados en nuestro país asciende a 88.367. La vía principal de contagio fue la sexual –88,9%–, y la transmisión en hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres (HSH) constituyó la vía más frecuente, con hasta un 56,6% de los nuevos diagnósticos. Por su parte, la edad promedio al diagnóstico se estableció en 36 años para ambos sexos.
Es más; hasta un 45,9% de los diagnósticos fueron tardíos. Por ello, la Sociedad Española Interdisciplinaria del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SEISIDA), miembro de Somos Pacientes, además de la campaña ‘¿Cuáles son tus razones para hacerte la prueba del VIH?’ para promover la detección precoz entre las mujeres, ha puesto en marcha, en colaboración con la Coordinadora Estatal de VIH-Sida (CESIDA) y el GESIDA, una nueva edición de su campaña #YONOMEOLVIDO para impulsar la puesta en marcha en nuestro país de las medidas recogidas en el Proyecto 95-95-95 de la OMS y ONUSIDA para controlar la infección y evitar nuevas infecciones.
Como refiere Toni Poveda, director de CESIDA, “la COVID-19 ha puesto de manifiesto la debilidad de las políticas de salud pública. También que es necesaria una mayor apuesta por una sanidad pública que garantice que nadie se quede atrás. Las personas con enfermedades crónicas, especialmente las más vulnerables, han visto cómo la atención a su salud se resiente gravemente por el colapso del sistema sanitario, que no cuenta con los suficientes recursos económicos y humanos”.
Como concluye María José Fuster, gerente de SEISIDA, “los principales retos pendientes en España para alcanzar los objetivos del ‘Proyecto 95-95-95’ son seguir reduciendo la fracción no diagnosticada, avanzar hacia un modelo de atención a las personas con VIH capaz de dar respuesta a los problemas de la cronicidad y centrado en la persona, y hacer una fuerte apuesta por reducir el estigma que sufren las personas con VIH y mejorar su calidad de vida”.
– A día de hoy, 36 asociaciones de pacientes dedicadas al VIH/sida son ya miembros activos de Somos Pacientes. ¿Y la tuya?