Bajo el lema ‘Mejor sueño, mejor vida, mejor planeta’, este viernes, 13 de marzo, se celebra la duodécima edición del Día Mundial del Sueño, una efeméride impulsada por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM) y secundada en 72 países de todo el mundo con el objetivo de concienciar a la población sobre los trastornos del sueño y la importancia de mantener una buena calidad de sueño para la salud.

Como informa la WASM, “el lema de la presente edición tiene por objetivo llamar la atención sobre la importancia del sueño como pilar de salud, permitiendo una mejor toma de decisiones y una comprensión cognitiva incluso en grandes situaciones que suponen un reto, como nuestro planeta. Un lema que aborda de forma amplia el mensaje de que nuestra calidad de vida puede mejorar con un sueño saludable. Por el contrario, cuando el sueño decae, la salud decae, disminuyendo la calidad de vida”.

Planeta sostenible

Los problemas de sueño constituyen una epidemia global que amenazan la salud y la calidad de vida de más del 45% de la población mundial. Además, la mayoría de los trastornos del sueño son prevenibles y tratables, sin bien menos de una tercera parte de los afectados buscan ayuda profesional. Concretamente, los tres elementos de un sueño de buena calidad son; duración, pues debe ser suficiente para garantizar un descanso adecuado; continuidad, dado que los periodos de sueño no deben ser fragmentados; y profundidad, para que cumpla su función restauradora y reconstituyente.

Es más; el sueño de calidad ayuda a mantener la salud de nuestro planeta. Y es que al incrementarse los períodos de sueño se reduce el consumo de combustibles, electricidad, alimentos y oxígeno, dado que la respiración se atenúa mientras dormimos. Además, un sueño de mejor calidad también reduce el riesgo de accidentes laborales y viales, promueve la secreción de melatonina y protege nuestro reloj circadiano, previniendo así el envejecimiento prematuro.

Como indica el doctor Liborio Parrino, presidente del Comité del Día Mundial del Sueño, “si realmente queremos contribuir a la supervivencia del planeta, una actividad inteligente sería extender nuestro periodo de sueño. Es por ello que el lema de la presente edición de la efeméride conecta el buen sueño con una mejor salud del planeta. Además, prolongar nuestro periodo de sueño también mejora nuestro rendimiento diurno físico y mental”.

En definitiva, como concluye el profesor Fang Han, especialista de la Unidad de Sueño del Hospital Popular de la Universidad de Pekín (China), “el sueño es importante para nuestra salud cognitiva. Y es que el sueño restaura nuestra función cerebral en muchos aspectos, como es el caso del aprendizaje, la memoria y el estado de ánimo. Por el contrario, los trastornos del sueño pueden dañar el suplemento de oxígeno, alterar el sistema inmunológico o, incluso, dañar las estructuras cerebrales”.

Decálogos para un sueño de calidad

Dormir bien es una función esencia y uno de los pilares centrales de la salud. Por ello, la WASM ya elaboró con motivo de la novena edición de la efeméride sendos decálogos en el que se aúnan las principales normas de higiene del sueño tanto para los niños como para los adultos.

Concretamente, y por lo que refiere a los niños –menores de 12 años–, la Asociación incide en la necesidad de establecer una rutina a la hora de dormir, de mantener unos horarios regulares de acostarse y levantarse todos los días de la semana, de evitar la luz y los aparatos electrónicos a la hora de irse a la cama, de realizar ejercicio físico durante el día, y de evitar el consumo de productos con cafeína. Unas recomendaciones a las que se aúna, lógicamente, la necesidad de dormir las horas suficientes: de 14 a 15 horas en los bebés de 3 a 12 meses; de 12 a 14 horas en edades entre los 1 y los 3 años; de 11 a 13 horas en los niños de 3 a 5 años; de 10 a 11 horas para los menores con edades entre los 6 y los 12 años; y de 8,5 a 9,5 horas para aquellos de 12-18 años de edad.

Por su parte, y por lo que respecta a las recomendaciones para los adultos, la WASM destaca la necesidad de establecer un horario regular para acostarse y levantarse; de limitar las siestas a un máximo de 45 minutos; de no fumar evitar el consumo de alcohol hasta 4 horas antes de acostarse, así como de cafeína en las 6 horas previas y de comidas pesadas, picantes o ricas en azúcar 4 horas antes; de practicar ejercicio regularmente; o de crear un entorno adecuado para el sueño.