El 74,7% de la población española considera que su salud mental ha empeorado en los últimos años, fundamentalmente a causa de las dificultades económicas (91,4%), la incertidumbre ante el futuro (89,0%) y la presión, las exigencias y el estrés del día a día (88,8%). El resultado es que hasta un 39,4% de los ciudadanos reconocen no gozar de una buena salud mental. Así lo muestran los resultados del informe ‘La salud mental de los españoles’, elaborado por la Confederación SALUD MENTAL España y Fundación Mutua Madrileña (FMM) con la participación de más de 2.000 personas.

El informe, explica Nel González Zapico, presidente de SALUD MENTAL España, “revela por primera vez una fotografía clara y precisa de cuál es la situación de la salud mental y el bienestar de la ciudadanía. Los resultados, que retratan el malestar psíquico por el que atraviesan muchas personas en un contexto de falta de recursos públicos, nos permiten plantear una serie de propuestas con el objetivo de mejorar la atención”.

Rechazo social y discriminación

Entre otros resultados, el estudio muestra que transcurrido más de un año desde el final de la pandemia, hasta un 57% de la población se siente preocupada, temerosa, deprimida o triste. De hecho, el 41,2% de los ciudadanos ha sufrido una depresión en algún momento de su vida, el 47,6%, ha experimentado ataques de ansiedad o pánico y un 36,9% ha padecido ansiedad prolongada en el tiempo. 

Asimismo, hasta un 14,5% de la población, especialmente las mujeres –17% frente a 11,7% de varones–, ha tenido ideas suicidas o ha intentado suicidarse. Además, la ideación o tentativa de suicidio es más común (31,8%) en los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años, segmento poblacional que también presenta una mayor tasa de autolesiones (30,7%) que, de nuevo, es superior en las mujeres (11,3%) que en los varones (6,4%).

Y ante esta situación, ¿cuántas personas buscan en la actualidad ayuda de un especialista en salud mental? Pues únicamente un 26,2%. Además, el 18,9% de los adultos consume psicofármacos, por lo general prescritos por los médicos de atención primaria (55,1%) y los psiquiatras (35,2%) y siendo los más empleados los ansiolíticos (61,9%) y los antidepresivos (47,2%). Y, de aquellos que toman psicofármacos, el 73% lo hace a diario.

Por su parte, los jóvenes con edades entre los 18 y los 34 años son los que valoran más negativamente su salud mental: solo un 30,8% la califica como ‘buena’ o ‘muy buena’. De hecho, y por lo que refiere a las personas con experiencia propia en salud mental, un 22,8% del total de la muestra evaluada, el diagnóstico se estableció durante la juventud, estableciéndose la edad promedio en los 26 años.

Pero, ¿cuáles son los principales detonantes para la aparición del problema de salud mental? De acuerdo con los encuestados, los problemas y relaciones familiares (36,3%) y la autoexigencia en los ámbitos profesional o académico (32,4%). Y una vez presentado el trastorno, el principal tratamiento al que recurren los afectados es el farmacológico (57,1%) seguido de la psicoterapia (47,6%) y de la participación en programas sociales de apoyo (27,4%).

En este contexto cabe resaltar que más de la mitad (58,5%) de las personas diagnosticadas con un problema de salud mental ha sentido rechazo social en algún momento de su vida por parte de su entorno y que el 55% ha sufrido discriminación en algún momento, principalmente en el ámbito laboral.

Más recursos

La ciudadanía también considera que no se destinan suficientes recursos al cuidado de la salud mental y aboga por medidas tanto sanitarias como sociales para ayudar a las personas afectadas. Unas medidas entre las que resaltan el aumento del número de profesionales de salud mental (67,8%), asegurar la continuidad del tratamiento con el mismo profesional a lo largo del proceso (48,7%) y la existencia de más centros de salud mental comunitarios (46,4%).

Finalmente, y por lo que respecta al plano social, el 58% demanda acciones de apoyo para prevenir el estrés laboral y las situaciones de acoso; el 51,3% la promoción de iniciativas comunitarias para prevenir la soledad y fomentar la resiliencia, y el 48% apela a la inclusión de programas específicos de prevención y sensibilización en el ámbito educativo.

Para consultar el informe pincha aquí.

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