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La falta de perspectiva de género en salud repercute en una peor calidad de vida para la mujer
Concienciar a la sociedad y mejorar la formación de los profesionales sanitarios sobre la necesidad de incorporar la perspectiva de género en el entorno de la salud son sólo algunos de los retos planteados para alcanzar la igualdad en la atención de las pacientes con enfermedades crónicas. Sobre todo porque, según las cifras que arrojan estudios como ‘Mujer, discapacidad y enfermedad crónica‘, para ellas los procesos de enfermedad suelen ser más complicados.
La media de tiempo en la que consiguen un diagnóstico es de 6 años, frente a los 3,2 de los hombres, un retraso que repercute en su tratamiento y recuperación posterior y en una peor calidad de vida. Y que, por otra parte, mucho tiene que ver con el habitual rol de cuidadora que tienen las mujeres, quedando en un plano secundario cualquier otra necesidad. Así como su situación social, laboral y económica, normalmente más precaria que la de los hombres.
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Esas han sido algunas de las conclusiones de la jornada ‘Enfoque de género en el ámbito de la cronicidad‘, organizada por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP). En ella han participado: Norma Doria, vicepresidenta de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria Madrid (Semergen Madrid); Rosa Urbano, presidenta saliente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas); Susana Vázquez, coordinadora del Máster en Estudios de Género de la Universidad Complutense de Madrid; y Carina Escobar, presidenta de la POP.
Formar y educar
Para todas ellas es esencial formar y educar desde las facultades relacionadas con la salud sobre cómo abordar a los pacientes no sólo desde el punto de vista farmacológico, sino también teniendo en cuenta esos aspectos sociales, culturales y económicos antes mencionados.
Y eso se puede conseguir con asignaturas transversales en las carreras sanitarias, con cursos y masters independientes o con guías específicas sobre igualdad de género. Pero también poniendo en contacto a los alumnos con las asociaciones de pacientes para que conozcan de primera mano sus experiencias y problemáticas ganen en empatía.
«Necesitamos más estudios que identifiquen las desigualdades de género, así como formación en competencias con el fin de que los profesionales sanitarios se den cuenta de que todavía sigue habiendo prejuicios en el trato con los pacientes, discriminación de género e infradiagnóstico», comentó Rosa Urbano. Tres variables que afectan de forma directa al gasto sanitario y a la supervivencia de la población.
El ejemplo de las cardiopatías
«Se toma el patrón masculino como referente, por ejemplo, en el abordaje de cardiopatías y se trata a todo el mundo de la misma manera cuando no debería ser así», comentó Susana Vázquez. Hizo referencia a la falta de atención que se pone en las diferencias biológicas que existen entre géneros a la hora de perfilar un tratamiento, ya que la dosificación aprobada es más adecuada para hombres que para mujeres pero, sin embargo, no siempre se ajusta.
Esto, a su vez, viene del histórico de participación en ensayos clínicos, cuyos pacientes han sido mayoritariamente hombres. Una tendencia que va cambiando, forzada a veces por políticas de inclusividad positiva (si no se tiene en cuenta la perspectiva de género, los niveles de financiación pública serán bajos o nulos) y por el compromiso de la industria.