Los reproductores de melodías para bebés pueden alcanzar hasta los 100 decibelios
Los juguetes ruidosos pueden causar lesiones auditivas irreversibles
Los juguetes que emiten sonidos cuyo volumen supere los 80 decibelios pueden causar lesiones auditivas irreversibles en los niños en función del tiempo de exposición a los mismos. Por ello, y con motivo de la llegada de la Navidad, la Asociación CLAVE solicita a los padres que sean responsables y tengan presente el tipo de juguete que regalan a sus hijos, especialmente los más pequeños.
Carmen Abascal, directora de CLAVE, lamenta que nos hemos acostumbrado al ruido sin pensar en los daños que puede provocar. Muchas familias creen que no es un problema del que deban preocuparse hasta que sus hijos sean adolescentes, cuando escuchan su música y se someten a largas sesiones de videojuegos o frecuentan ambientes ruidosos.»Es un gran error; hay que educar desde que son pequeños«.Ruidosos y peligrosos
En caso de los sonidos continuos cuya intensidad sea de 85 decibelios (85 dB), el tiempo de exposición nunca deberá superar las 8 horas. Tiempos de exposición, por su parte, que se limitarán a 4 horas en caso de sonidos de 88 dB; a 2 horas en los de 91 dB; de 60 minutos en los de 94 dB; y en 30 minutos en caso de sonidos de 97 dB.
«En consecuencia, recuerda CLAVE, hay que escuchar antes de comprar, porque artículos en apariencia inofensivos, como un reproductor de melodías para bebés, pueden alcanzar hasta los 100 dB cuando se colocan junto al oído».
La pérdida de audición por ruido es acumulativa y ocurre de forma gradual a lo largo de los años, por lo que desde CLAVE se solicita a los padres que revisen si los juguetes pueden perjudicar la audición de sus hijos con la misma minuciosidad con la que lo hacen con aquellos que contienen piezas pequeñas con los que pueden atragantarse.
Así, y además de elegir artículos con limitador o control de volumen, la Asociación recomienda adoptar medidas como quitar la batería o colocar cinta adhesiva en los altavoces para amortiguar el volumen. Y es que como concluye Carmen Abascal, «se debe enseñar a los niños a jugar y no llevarse los juguetes ruidosos a la oreja. Y en el caso de aquellos cuyo sonido resulte demasiado fuerte, debe restringirse su uso al exterior».