El tipo de grasa, más que la cantidad, puede disminuir la capacidad de memoria
El consumo en exceso de grasas saturadas también perjudica la función cognitiva en las mujeres
El consumo en exceso de grasas saturadas no solo resulta perjudicial para el sistema cardiovascular, sino también para el cerebro. Como muestra un estudio publicado en la revista ‘Annals of Neurology’, la ingesta de grasas nocivas se asocia con un empeoramiento a largo plazo de la función cognitiva en general, y de la memoria en particular, de las mujeres.
Como explica la Dra. Olivia Okereke, del Brigham and Women’s Hospital de Boston (Estados Unidos) e investigadora principal del estudio, «tras observar los cambios en la función cognitiva, comprobamos que la cantidad total de grasa no es relevante. Lo realmente importante es el tipo de grasa consumida». Por el contrario, el estudio ha demostrado que el consumo de grasas monoinsaturadas se asocia con una mejor función cognitiva y una mejor memoria.
Cambiar la dieta
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron los resultados de las pruebas que, cada dos años, realizaron 6.000 mujeres mayores de 65 años para evaluar su función cognitiva. Y los resultados fueron contundentes: la función cognitiva, así como la memoria, fueron peores en el grupo que consumía mayores cantidades de grasas saturadas –que se encuentran por lo general en las grasas de origen animal, caso de la carne roja y la mantequilla– que en aquellas que optaban por las grasas monoinsaturadas –caso de la que contiene, por ejemplo, el aceite de oliva.
En palabras de la Dra. Okereke, «estos hallazgos tienen importantes implicaciones para la salud pública. No en vano consumir la, digamos, grasa ‘buena’ en lugar de la ‘mala’ es una modificación de la dieta bastante simple que podría ayudar a prevenir la disminución de la capacidad de memoria».
A este respecto, los autores concluyen que las estrategias para prevenir el deterioro cognitivo en las personas mayores resultan particularmente importantes. No en vano, incluso las disminuciones sutiles en la función cognitiva pueden conllevar un mayor riesgo de desarrollo de demencia y de la enfermedad de Alzheimer.
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