Afecta a un 12% de los españoles, frente al 30% de noruegos o el 26% de italianos
España es uno de los países europeos con menor prevalencia de dolor crónico
España es, con Irlanda y Reino Unido, el país europeo cuyos ciudadanos padecen menos dolor crónico. De acuerdo con los datos presentados en el XIV Congreso Mundial del Dolor, celebrado recientemente en Milán (Italia), el porcentaje de españoles que padece dolor crónico se establece en el 12%.
Los datos españoles contrastan con los de Noruega, donde uno de cada tres ciudadanos (30%) sufre este tipo de dolencias, siendo el país con más casos por encima de Polonia (27%) e Italia (26%).
El porcentaje de ciudadanos españoles con dolor crónico es igualmente bajo cuando se compara con los datos de otros países no europeos, caso de Estados Unidos, en el que el dolor crónico afecta al 26% de la población.
Más prevalente en mujeres
Con independencia de la nacionalidad, los datos presentados en Milán muestran que la mayoría de los pacientes con dolor crónico, hasta un 56% del total, son mujeres con edades comprendidas entre los 40 y los 50 años, fundamentalmente por traumas, enfermedades, estados terminales y problemas de salud de carácter crónico.
Por lo que respecta a los tipos de dolor más habituales, cabe destacar el dolor de cabeza y de espalda. No en vano, una de cada dos personas padece dolor de cabeza al menos una vez al año, mientras que todos los adultos han sufrido un episodio de dolor musculoesquelético al menos una vez en la vida.
Como consecuencia del dolor crónico, hasta uno de de cada cinco pacientes ha perdido su puesto de trabajo o se ha visto obligado a modificar su vida profesional. Y es que en hasta un 21% de los casos el dolor afecta al estado emocional, llegando a provocar una depresión.
En palabras de Eija Kalso, presidente de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), «el dolor es un problema de salud fundamental que no se debe infravalorar«. «Es mucho más complejo de lo que se creía hace tiempo, así que es necesario adoptar un enfoque realmente multidisciplinar para conocer mejor los mecanismos subyacentes del dolor y lograr que las intervenciones terapéuticas sean más eficaces», añade Kalso.