Las partículas suspendidas en el aire podrían depositarse en el cerebro
La contaminación puede deteriorar la función cognitiva de los mayores
Vivir en zonas de alta contaminación atmosférica puede conllevar una disminución de la función cognitiva en los adultos mayores. Así lo muestra un estudio presentado en el marco de la LXV Reunión Científica Anual de la Sociedad Gerontológica Americana (GSA) celebrada en San Diego (Estados Unidos).
En palabras de la Dra. Jennifer Ailshire, del Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos e investigadora principal del estudio, «los adultos mayores, dado que presentan una peor salud como consecuencia de la edad, son especialmente vulnerables a los peligros de la exposición al aire contaminado«.
Como han demostrado numerosos estudios, la contaminación del aire se asocia con un aumento de la incidencia de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como con una mayor tasa de mortalidad prematura, muy especialmente en la población de mayor edad. Y, como apunta la Dra. Ailshire, «cada vez existe mayor evidencia de que la exposición a las partículas contaminantes suspendidas en el aire también puede tener efectos adversos sobre la salud del cerebro y su funcionamiento«.
Mayor deterioro
El nuevo estudio, realizado a partir del análisis de los datos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos y del ‘Estudio de Salud y Jubilación’ realizado en todo el país, sugiere que el aire contaminado –aire con partículas en suspensión de un diámetro máximo de 2,5 micrómetros y, en consecuencia, lo suficientemente pequeñas para depositarse en el pulmón y, muy posiblemente, en el cerebro– puede ser un factor importante de riesgo ambiental para el deterioro de la función cognitiva.
Concretamente, el estudio analizó conjuntamente los datos de 14.793 personas mayores de 50 años y los proporcionados por la EPA sobre la calidad y contaminación del aire en Estados Unidos en 2004. Así, y para evaluar la función cognitiva, los participantes fueron sometidos a pruebas de memoria, conocimiento, lenguaje y orientación.
Los resultados mostraron que las personas que vivían en zonas con altos niveles de contaminación –mayor suspensión de partículas finas en el aire– obtenían una peor puntuación en las pruebas para evaluar la función cognitiva. Unos peores resultados que, además, fueron independientes de la edad, la etnia, la educación, el tabaquismo y la presencia de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Las exposiciones a las partículas de aire variaron desde 4,1 hasta 20,7 microgramos por metro cúbico, y cada aumento de 10 puntos se asoció con una caída de 0,36 puntos en los resultados de las pruebas de evaluación de la función cognitiva. Una caída, recuerdan los autores, «que equivale, aproximadamente, a envejecer tres años». Y es que, de acuerdo con los resultados alcanzados con todos los participantes, el incremento de un año de edad se asoció con un descenso promedio de 0,13 puntos en la función cognitiva.