La crisis económica está provocando, entre otras muchas consecuencias, que las personas con menos ingresos deban abandonar la dieta mediterránea. Así está ocurriendo en Italia, según muestra un estudio llevado a cabo por la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Campobasso (Italia) y publicado en la revista British Medical Journal Open (BMJ Open).

En palabras de la doctora Marialaura Bonaccio, directora de la investigación, «nuestros resultados muestran que unos mayores ingresos, así como una mayor educación, son factores independientes asociados con una mayor adherencia a la dieta mediterránea y una menor prevalencia de obesidad«.

Patrimonio de la UNESCO

La dieta mediterránea está considerada como ‘Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad‘ por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), así como el paradigma de la alimentación saludable por la comunidad científica.

Por ello, como explican los autores, «nuestro objetivo era evaluar si el coste cada vez mayor de los principales alimentos y el empobrecimiento progresivo de las personas podría estar detrás del aumento de la obesidad experimentado en los últimos años en los países del área mediterránea, entre ellos Italia».

Por tanto, y con objeto de llevar a cabo su estudio, los autores evaluaron la relación entre los ingresos y los hábitos alimenticios de 13.262 personas de la región italiana de Molise.

Los resultados mostraron que, en comparación con aquellos con mayores ganancias económicas, las personas con bajos ingresos presentaban una adherencia más baja a la dieta mediterránea. Concretamente, y una vez establecidas diferentes categorías de adherencia a la dieta mediterránea, la probabilidad de que una persona con ingresos elevados se englobara en la categoría de mayor adherencia era del 72%.

Por su parte, el grado de adherencia disminuía paralelamente con los ingresos. Y cuanto menores eran las ganancias económicas, menos saludables eran los hábitos alimenticios, con mayores cantidades de comida basura o preparada, por lo general más barata que los alimentos frescos que componen la dieta mediterránea.

Mayor prevalencia de obesidad

La menor adherencia a la dieta mediterránea puede tener importantes repercusiones sobre la salud. De hecho, los resultados muestran una mayor y significativa prevalencia de obesidad, de hasta un 36%, entre las personas con menores ingresos. En el grupo de las personas con mayor solvencia económica, la prevalencia de obesidad fue de un 20%.

En este contexto, además, debe tenerse en cuenta que, si bien la adherencia a la dieta mediterránea también se ve influida por el nivel de educación, «en condiciones educativas similares, la adherencia se establece en función de los ingresos económicos», resalta la Dra. Bonaccio.

En definitiva, como concluyen los autores, «la influencia de la crisis en la alimentación es un tema muy serio sobre el que se debe fomentar un debate, a fin de mejorar la accesibilidad a los alimentos saludables; tenemos que ver si todo el mundo puede beneficiarse de la dieta mediterránea».

– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘BMJ Open’?