En palabras de la doctora Yvonne Kelly, investigadora principal del estudio, “el desarrollo infantil temprano tiene profundas influencias en la salud y el bienestar a través del curso de la vida; por lo tanto, reducir o interrumpir el sueño, sobre todo si ocurre en momentos clave en el desarrollo, podría tener un impacto importante en la salud durante toda la vida”.
Horarios irregulares
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores analizaron los resultados de distintos test cognitivos –lectura, matemáticas y conciencia espacial– de 11.187 niños de 7 años de edad incluidos en el Estudio de Cohorte del Milenio de Reino Unido y su relación con la rutina y horarios de sueño cuando tenían 3, 5 y 7 años.
Por lo que refiere a los resultados, las niñas con una rutina irregular de sueño a la edad de 7 años tenían peores puntuaciones en todos los test cognitivos. Sin embargo, la hora de irse a la cama no influyó en el caso de los varones.
Además, y con independencia del género, los menores que a la edad de 3 años tampoco siguieron un horario regular también obtuvieron peores resultados en todas las pruebas.
Como apuntan los autores, un horario irregular a la hora de dormir podría alterar los ritmos naturales del cuerpo y causar falta de sueño, lo que mermaría la plasticidad del cerebro y la capacidad de adquirir y retener información. “El sueño es el precio que pagamos por la plasticidad del día anterior y las inversiones necesarias para permitir el aprendizaje al día siguiente”, concluye la doctora Kelly.
– ¿Quieres consultar (en inglés) el estudio publicado en la revista ‘Journal of Epidemiology and Community Health’?