65º Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)
Los pacientes que se someten a un trasplante hematológico presentan riesgo de desarrollar desnutrición
Los pacientes que se someten a un trasplante hematológico tienen un mayor riesgo de desarrollar desnutrición. Esta, junto con otras alteraciones fisiopatológicas, supone un reto para el tratamiento médico. Así se ha puesto de manifiesto en la ponencia ‘Nutrición en trasplante hematológico’, celebrada en el marco del 65º Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
El reto que esos pacientes suponen para el profesional sanitario responde a múltiples causas: la propia enfermedad de base, el proceso de preparación para el trasplante o acondicionamiento, complicaciones infecciosas, afectación del tracto gastrointestinal por mucositis o la enfermedad injerto contra huésped. Todo ello desencadena un impacto negativo en la situación nutricional de los pacientes, en la capacidad para la ingesta de alimentos, en la absorción intestinal de los nutrientes y, en consecuencia, genera pérdida de peso, desnutrición y sarcopenia.
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Ante esta cuestión y para alcanzar los objetivos nutricionales, los expertos subrayan que es fundamental un tratamiento individualizado. “Existe numerosa evidencia sobre el riesgo que conlleva la desnutrición sobre el pronóstico de la enfermedad y en la morbimortalidad, a lo que se añade que las enfermedades hematológicas que son candidatas a trasplante siguen en aumento a nivel mundial. Por todo ello, comprender mejor los aspectos relacionados con estas entidades es crucial para la prevención y la mejora de la práctica clínica”, indica Juan Manuel Guardia Baena, médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada y miembro del Área de Nutrición de la SEEN.
Para lograr un adecuado abordaje de estos pacientes es determinante el cribado nutricional, adecuar la ingesta calórica y proteica a las necesidades del paciente, seguir un patrón de alimentación equilibrada y variada, eliminar tóxicos si existe tabaquismo y/o consumo de alcohol, mejorar la condición física mediante ejercicio o mejorar el control de la diabetes si existiera o de otras enfermedades. “Todo ello sería similar a un proceso de prehabilitación para incrementar la reserva de la capacidad funcional que se va a ver comprometida por el propio proceso de trasplante hematológico”, ha remarcado el Dr. Guardia Baena.
Endocrinología y Nutrición, aliados de los pacientes
El especialista en Endocrinología y Nutrición es un aliado para estos pacientes, así como para el servicio de Hematología y Hematoterapia junto con el resto de profesionales sanitarios que los atienden y para el propio sistema sanitario. “Nuestra especialidad transversal va a permitir intervenir para mejorar el estado nutricional mediante una valoración detallada, un diagnóstico preciso y una intervención nutricional individualizada, para evitar o minimizar el riesgo de complicaciones asociadas a estos procesos por la desnutrición relacionada con la enfermedad. Todo ello influye en un mejor pronóstico, menor morbimortalidad, mayor coste-eficiencia para el sistema y mejor calidad de vida para los pacientes”, ha expuesto el experto.
Además, en los últimos años, se ha avanzado mucho en el aprendizaje y formación en técnicas de valoración nutricional en los servicios de Endocrinología y Nutrición. Ello ha permitido trabajar con herramientas que ofrecen una mayor precisión al integrar la composición corporal y la funcionalidad; lo que se traduce en un diagnóstico más preciso y un tratamiento adecuado al paciente, además de poder monitorizar mejor la evolución y respuesta en relación a la intervención nutricional.
Pero todavía quedan desafíos para los profesionales en este ámbito. Uno de ellos se debe a que el cuidado nutricional es un proceso dinámico en el ámbito del trasplante, por las diferentes fases por las que trascurre el proceso y el paciente, por lo que, tal y como incide el doctor “el desafío se convierte también en oportunidad para realizar en cada una de esas etapas un cribado nutricional, y si lo precisara evaluación completa, desarrollo de un plan de cuidados nutricionales, monitorización y seguimiento adecuados”. A ello se suma también la necesidad de ampliar y mejorar el conocimiento de los profesionales de la salud que intervienen en este perfil de pacientes sobre el cribado nutricional.