Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
¿Cuáles son los falsos mitos sobre el TDAH que se deben desterrar?
Cada 13 de julio se conmemora el Día Internacional del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), una fecha dedicada a aumentar la conciencia y desmantelar los mitos que rodean este trastorno neurobiológico que afecta a la capacidad de una persona para mantener la atención y controlar impulsos. A pesar de ser una condición común, existen falsas creencias sobre el TDAH que pueden dificultar el diagnóstico y el tratamiento adecuados, y perpetuar un estigma pernicioso para el paciente.
Así lo indican fuentes de la Universidad Internacional de La Rioja, que han querido poner sobre la mesa de debate algunas de las falsas afirmaciones que se escuchan de forma generalizada. Por ejemplo, que el TDAH no es una condición real, sino sólo una excusa para un mal comportamiento. Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que tiene una base neurobiológica clara, con diferencias observables en la estructura y función del cerebro de quienes lo padecen, y creencias de ese tipo suelen implicar un retraso en el diagnóstico.
Otro de los falsos mitos que pesan sobre el TDAH es que sólo afecta a niños. Y aunque es cierto que el TDAH a menudo se diagnostica en la infancia, sus síntomas pueden persistir en la adultez. De hecho, muchas personas adultas que no fueron diagnosticadas en la niñez sufren ahora las consecuencias en su vida diaria, que repercuten en ámbitos como el laboral o en las relaciones personales.
Por eso, desde asociaciones de pacientes como la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (Feaadah) se hace hincapié habitualmente sobre esta condición. En este sentido, a lo largo del tiempo desde esta organización se han elaborado guías y campañas muy enfocadas al manejo de este trastorno en la adultez.
Disciplina, alimentación, esfuerzo…
Desde UNIR también se desmiente que los niños con TDAH necesiten más disciplina y una crianza más estricta, así como una reducción del azúcar y una mejora de hábitos alimenticios. Aunque la dieta puede influir en el comportamiento, además de repercutir en la salud desde el punto de vista general, existen multitud de estudios que descartan la idea de que el consumo de azúcar o aditivos alimentarios sea la causa del TDAH. Ha de tenerse siempre en cuenta que se trata de una condición compleja que requiere un enfoque integral, incluyendo intervenciones educativas, terapéuticas y, en algunos casos, médicas.
Por otra parte, también hay que desterrar la idea de que el TDAH es una falta de motivación o de fuerza de voluntad. Como explican desde UNIR, pedir a una persona con TDAH que simplemente “se esfuerce más” ignora la naturaleza neurobiológica del trastorno y puede causar frustración y baja autoestima. Algo que también ocurre cuando se plantean frases relacionadas con la falta de éxito de estos pacientes que no son ciertas.
Con el apoyo adecuado, incluyendo estrategias de manejo y adaptaciones, y una educación especializada en este trastorno, las personas con TDAH pueden prosperar y materializar objetivos personales y profesionales. Una serie de fórmulas de soporte que en muchas ocasiones pueden ser localizadas o facilitadas por las diferentes asociaciones de pacientes que trabajan en España para dar apoyo pero también para capacitar a educadores, profesionales de la salud y familias.
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