El embarazo es una etapa de desafíos, una montaña rusa de expectativas, miedos, incertidumbres y emociones. Además, representa una época de retos donde no solo se experimentan cambios físicos, sino también una revolución emocional. Esto es así para todas las mujeres, y aún más para aquellas que padecen enfermedad inflamatoria intestinal (EII), donde entra en juego un factor adicional que es clave: una enfermedad crónica que puede requerir tratamiento indefinido para el control de la actividad inflamatoria que la caracteriza, con la posibilidad de que sea heredada por sus hijos, entre muchos otros matices.
La EII, que engloba a la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, suele ser diagnosticada entre la segunda y cuarta década de la vida, en plena edad fértil. Precisamente, la confluencia del diagnóstico de la EII con la edad óptima para la maternidad lleva a muchas mujeres plantearse preguntas importantes sobre cómo la actividad de la enfermedad y su tratamiento pueden afectar la fertilidad, el desarrollo del embarazo y su salud y la de su bebé.
Un aspecto crucial para una gestión adecuada de la EII en mujeres que desean quedarse embarazadas es la planificación. Se recomienda encarecidamente que las mujeres con EII que estén contemplando la maternidad tengan asesoramiento preconcepcional. Este enfoque permite evaluar el estado de la enfermedad y ajustar los tratamientos para asegurar una remisión estable, es decir, un control de la actividad, antes de la concepción. Es fundamental comprender que la actividad de la enfermedad al momento de la concepción es un predictor significativo de los resultados del embarazo; las mujeres en remisión tienen muchas más probabilidades de tener un embarazo sin complicaciones en comparación con aquellas cuya enfermedad está activa.
Además, en la preparación para el desafío de la maternidad es crucial que las pacientes asuman un rol activo en lograr el mejor estado de salud posible. Esto incluye estar informadas sobre el impacto negativo que factores como el consumo de alcohol, tabaco, sobrepeso u obesidad pueden tener en la capacidad de concebir y en el transcurso del embarazo. Es esencial que estén al día con el calendario de vacunación recomendado, en una situación de buen estado nutricional y que tomen suplementos vitamínicos indicados en este periodo.
Una cuestión que puede suscitar dudas en estas mujeres, y que debería clarificarse lo antes posible, dado que muchos embarazos pueden no ser planificados, es la seguridad de los fármacos empleados para el control de la EII durante la concepción y el embarazo. En este aspecto, en los últimos años, se ha acumulado evidencia sobre la seguridad de la mayoría de estos fármacos, excepto el metotrexato y con ciertas reservas en cuanto a los inhibidores de JAK, lo que sugiere que no deberían interrumpirse estos tratamientos para prevenir el riesgo de reactivación de la enfermedad, lo que podría resultar en complicaciones para la madre y el feto.
Durante el embarazo, para asegurar un desarrollo óptimo, es esencial la monitorización activa de la EII a través de evaluaciones clínicas y biomarcadores, principalmente la calprotectina fecal, y en algunos casos, pruebas de imagen como la ecografía intestinal. Esta atención por parte de gastroenterólogos y enfermeros especializados en EII debe ser complementada por la vigilancia de otros profesionales, como obstetras y matronas, quienes deben supervisar el embarazo minuciosamente para detectar posibles complicaciones. Además, es imprescindible llegar a un consenso sobre un plan de parto que, en la mayoría de los casos y salvo contraindicaciones obstétricas, podría incluir un parto vaginal.
El apoyo emocional y psicológico durante esta fase es de suma importancia. Las inquietudes de las mujeres con EII deben ser tratadas con empatía y basadas en la evidencia. Es importante considerar que después del parto, durante el posparto, hay un riesgo incrementado de enfermedad mental, en particular trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión, en comparación con mujeres sin EII. Atender a estos aspectos es esencial en el manejo integral de la EII.
Así, aunque el embarazo en pacientes con EII implica desafíos específicos, una preparación adecuada y una gestión proactiva pueden llevar a los resultados deseados. Como especialistas, es nuestra responsabilidad empoderar a las mujeres con EII con la información y el soporte necesarios para que tomen decisiones conscientes sobre su salud reproductiva. Con asesoramiento y seguimiento adecuados, la mayoría puede cumplir su deseo de maternidad sin comprometer su bienestar ni el de su bebé. La colaboración entre gastroenterólogos, obstetras y otros profesionales de la salud es clave para asegurar el bienestar tanto de la madre como del recién nacido, allanando el camino hacia una experiencia de maternidad positiva y saludable para las mujeres con EII.