De la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición
Recomendaciones para pacientes de cirugía bariátrica
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) ha elaborado cuatro documentos sobre recomendaciones alimentarias y de actividad física para pacientes operados de cirugía bariátrica o cirugía de la obesidad. En todos ellos se insiste en que la adherencia a estas recomendaciones es clave para lograr una pérdida de peso significativa tras este tipo de intervenciones.
La tasa de éxito de la cirugía bariátrica es alta y se puede conseguir una reducción entre el 20% y el 40% del peso corporal inicial siempre que se modifiquen los hábitos de vida y se haga un adecuado seguimiento de la pauta dietética y la suplementación nutricional.
Como manifiesta la doctora Nuria Vilarrasa, coordinadora del Grupo de Obesidad de la SEEN, “no se trata de una cirugía estética, sino de un procedimiento encaminado a prevenir o mejorar las complicaciones médicas que pueda ocasionar la obesidad del paciente, a través de una pérdida de peso suficiente” y añade que “es una oportunidad para que adquirir y mantener unos hábitos de vida saludables sea más sencillo”.
El objetivo final de estas intervenciones es la mejora de la salud del paciente a largo plazo, a través de la pérdida de grasa corporal, preservando la masa muscular y ósea. Para lograrlo se considera fundamental el correcto seguimiento de la nueva pauta de alimentación individualizada, el ejercicio físico y la toma de suplementos de vitaminas y minerales de por vida.
En general, la SEEN recomienda evitar los alimentos grasos, los dulces, las bebidas con gas, los refrescos azucarados, los zumos y el alcohol; y aconseja la ingesta de proteínas en forma de pescado blanco y carnes blancas. Las cocciones más recomendables son: hervidos, vapor, microondas, horno y en papillote, controlando la cantidad de aceite. Se aconseja evitar frituras, rebozados, empanados y guisos. Asimismo, la doctora María Ballesteros, coordinadora del Área de Nutrición de la SEEN, resalta la importancia de “llevar un registro alimentario de todo lo que se consume como herramienta útil para el seguimiento médico y para que el paciente sea consciente de lo que come“.
Los déficits nutricionales de proteínas, vitaminas y minerales son frecuentes después de este tipo de intervenciones, por lo que es fundamental el papel del especialista en la monitorización y la suplementación de por vida del paciente para evitar complicaciones.
El ejercicio físico diario progresivo en frecuencia, intensidad y duración también es imprescindible para una evolución favorable. Inicialmente, se recomienda pasear y realizar ejercicios suaves de resistencia para evitar la pérdida de masa muscular. “Progresivamente, el paciente podrá hacer otro tipo de ejercicios, como pilates, yoga, gimnasia de mantenimiento, natación (aquagym) y clases de baile, alternando con 2-3 sesiones a la semana de ejercicios de fuerza”, indica la doctora Vilarrasa.
La cirugía bariátrica no está indicada para todos los pacientes con obesidad. Entre otros, se deben cumplir algunos requisitos como: tener entre 18 y 60 años, un índice de masa corporal superior a 40 kg/m2 (o a 35 kg/m2 con comorbilidad mayor), haber padecido obesidad mórbida durante un mínimo de cinco años, haber fracasado con tratamiento no quirúrgico, descartar la obesidad por endocrinopatías (hipotiroidismo, síndrome de Cushing, etc.), tener estabilidad psicológica y comprometerse a un correcto régimen de vida tras la intervención.
Como explica la doctora María Ballesteros, hay tres formas de perder peso: “restringiendo la cantidad de comida que el paciente puede ingerir, mediante técnicas restrictivas; haciendo que los alimentos no se absorban de forma adecuada, mediante técnicas malabsortivas; o mediante técnicas mixtas”.
Las técnicas más utilizadas en la actualidad son la gastrectomía vertical, también conocida como gastrectomía tubular o manga gástrica, que consiste en extirpar la mayor parte del estómago y modificar la secreción de algunas hormonas que controlan el apetito para disminuir la ingesta; el bypass gástrico, en el que se reduce el estómago a un volumen de entre 15 y 30 ml y se evita el paso del alimento por la parte inicial del intestino delgado, con lo que se aumenta la sensación de saciedad y se disminuye la ingesta, además de modificarse la absorción de los alimentos para que aporten menos calorías y nutrientes; y la derivación bilio-pancreática o cruce duodenal, en la que se realiza una resección del estómago, uniéndolo directamente a una parte más alejada del intestino delgado y se derivan las secreciones digestivas al final del intestino delgado, con lo que se altera la digestión y la absorción de los alimentos. La técnica empleada dependerá del tipo y grado de obesidad del paciente y de las enfermedades asociadas que padezca.