Los sensores de glucosa, también llamados sensores de monitorización flash y continua de glucosa, son ya una herramienta habitual entre las personas con diabetes que aportan un mayor control de los niveles de azúcar en sangre y que ayudan a evitar hiper e hipoglucemias sin necesidad de realizar pinchazos constantes en los dedos. Sin embargo, pueden tener efectos negativos en la piel que generen su rechazo. Así nos lo cuenta Cristóbal Morales, endocrinólogo responsable de la Unidad de Diabetes y Salud Metabólica del Hospital Vithas Sevilla, con el que hablamos sobre cómo se debe cuidar la piel en estos casos para evitar problemas.
¿Cuáles son las principales reacciones adversas de estos sensores en la piel de los pacientes?
A pesar de que el uso de los sensores de glucosa es seguro, se ha estimado una prevalencia de reacciones cutáneas de entre el 3,8% y el 8,4% provocadas por su uso. Por un lado, los adhesivos utilizados en los dispositivos pueden provocar reacciones alérgicas en los pacientes. Por otro, durante el uso del dispositivo hay factores que favorecen la aparición de dermatitis como la fricción, la presión y la oclusión prolongada de la piel.
Por tanto, además de conocer el historial de alergias del paciente, lo ideal sería también poder valorar el estado de hidratación e higiene de la piel. También hay que tener en cuenta que la diabetes puede implicar mayor sequedad o sudoración, por lo que es importante proceder al cuidado de la
piel todo el año, no solo en verano.
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¿Qué ocurre si añadimos productos que se utilizan para evitar que se pierdan en playas y piscinas?
En principio no debería ser necesario utilizar productos adicionales a lo que ya tienen los propios dispositivos para fijarse en la piel de las personas con diabetes, pero es cierto que el principal inconveniente que nos encontramos en el periodo estival es que se despegue el sensor. Algunos usuarios utilizan apósitos, toallitas, espráis o líquidos para fijar mejor los monitores continuos de glucosa.
Aunque ayudan, es importante tener presente que también pueden suponer algunos inconvenientes. Por ejemplo, pueden aumentar la zona de oclusión de la piel y la zona de exposición a los alérgenos, además de dificultar la valoración de la zona afectada o bien aumentar las lesiones por fricción. Lo mejor es preguntar a los profesionales sanitarios para valorar cuáles pueden ser las mejores alternativas.
¿Esta problemática puede empujar a determinados pacientes a abandonar el uso de estos dispositivos?
Los problemas cutáneos, que son mínimos, pueden suponer una incomodidad para las personas con diabetes que pueden hacer que se planteen abandonarlos, a pesar de los beneficios que aportan, fundamentalmente mejorar el control de la glucosa de forma cómoda y así evitar complicaciones. Antes de abandonar el sensor es mejor consultar con su médico y enfermera para ver si tienen que tomar algunas medidas de cuidado especiales y valorar alternativas.
En algunos casos, pueden recomendar un tipo diferente de sensor o métodos adicionales para proteger la piel. Algunos sensores más modernos ofrecen mejores adhesivos y materiales diseñados para minimizar las reacciones cutáneas.
¿Qué problemas adicionales pueden plantear en verano? Por mayor sudoración, prendas de vestir, humedad, etc.
El sol, la arena, el cloro del agua de las piscinas o el agua salada del mar y el sudor pueden deshidratar y resecar la piel, ya de por sí más sensible a causa de la diabetes. Por tanto, se recomienda limpiar la piel después del baño y el ejercicio físico con agua templada, hidratándola después con productos respetuosos con el pH de la piel. Además, para mejorar la hidratación es recomendable tomar 2 litros de
agua al día y consumir frutas y verduras en abundancia.
No obstante, a la hora de colorar el sensor, hay que recordar que la piel y las cremas corporales pueden dejar residuos aceitosos. Por tanto, es recomendable lavar, limpiar y secar la zona elegida antes de aplicar el sensor. Igualmente, tanto al vestirnos (preferiblemente con ropa holgada y de colores claros) como al secarnos después de ducharnos o nadar, hay que tener cuidado para no arrancarlo.
¿Afecta de la misma manera a niños, a personas adultas, a mayores?
Sí, no hemos detectado diferencias entre niños y adultos. Eso sí, en cuanto al punto donde poner el sensor cambian algunos factores: la zona de colocación es el tejido subcutáneo del abdomen, nalga, cara anterior del muslo y brazos. En niños pequeños o en los pacientes que son muy delgados, la inserción en el abdomen es incómoda y no asegura que se posicione bien dada la escasez de tejido subcutáneo a este nivel.
¿Qué cuidados deben adoptarse para que la piel de las personas con diabetes no sufra?
Es fundamental incorporar a la rutina de higiene e hidratación jabones y aceites que respeten el manto lipídico cutáneo de forma habitual, al igual que cremas sin fragancias. También hay que tener en cuenta la zona de colocación del dispositivo: se tienen que evitar aquellas donde haya lesiones previas y hay que ir cambiando el lugar de inserción para promover la curación de la piel, que tarda unos 30 días, si bien esto es más complicado hacerlo en los menores.
Por otra parte, el dispositivo se tiene que retirar de manera cuidadosa, evitando tirones, y si es posible humedeciendo bien el adhesivo con agua o bien utilizando algún producto específico.
¿Qué consecuencias puede tener un mal cuidado de la piel en estos casos?
Entre los efectos más comunes que se ven sobre la piel de los pacientes que usan sensores de este tipo está la irritación o enrojecimiento. En algunos casos, puede deberse a una reacción alérgica al adhesivo utilizado. Para evitar este problema, lo más adecuado es utilizar barreras protectoras, cambiar de lugar el sensor regularmente y consultar a un dermatólogo para obtener cremas o tratamientos tópicos.
También son frecuentes entre las personas afectadas las erupciones cutáneas, también causadas en su mayoría por reacciones alérgicas a los materiales del sensor o al adhesivo. Lo recomendable es realizar pruebas previas de sensibilidad a los adhesivos, el uso de adhesivos hipoalergénicos, y aplicar cremas antiinflamatorias según recomendación médica.
Y, finalmente, se pueden dar infecciones debido a la introducción de bacterias en el sitio de inserción, especialmente si la higiene no es adecuada. Hay que mantener una buena higiene, limpiar bien el área antes de la colocación del sensor y utilizar productos antisépticos. Se debe contactar a un médico si se observan signos de infección como dolor, inflamación excesiva, o secreción.